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Deuteronomio 2:24-37

Deuteronomio 2:24-37 NVI

«Emprendan de nuevo el viaje y crucen el arroyo Arnón. Yo les entrego a Sijón el amorreo, rey de Hesbón, y su tierra. Láncense a la conquista. Declárenle la guerra. Hoy mismo comenzaré a infundir entre todas las naciones que hay debajo del cielo terror y espanto hacia ustedes. Cuando ellas escuchen hablar de ustedes, temblarán y se llenarán de pánico». Desde el desierto de Cademot envié mensajeros a Sijón, rey de Hesbón, con esta oferta de paz: «Déjanos pasar por tu territorio; nos mantendremos en el camino principal, sin desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda. Te pagaremos todo el alimento y toda el agua que consumamos. Solo permítenos pasar, tal como nos lo permitieron los descendientes de Esaú, que viven en Seír, y los moabitas, que viven en Ar. Necesitamos cruzar el Jordán para entrar en la tierra que nos da el SEÑOR nuestro Dios». Pero Sijón, rey de Hesbón, se negó a dejarnos pasar por allí, porque el SEÑOR nuestro Dios había puesto obstinación en su espíritu y lo había puesto terco, para hacerlo súbdito nuestro, como lo es hasta hoy. Entonces el SEÑOR me dijo: «Ahora mismo voy a entregarles a Sijón y su país. Láncense a conquistarlo y tomen posesión de su territorio». Cuando Sijón, acompañado de todo su ejército, salió a combatirnos en Yahaza, el SEÑOR nuestro Dios nos lo entregó y lo derrotamos, junto con sus hijos y todo su ejército. En aquella ocasión conquistamos todas sus ciudades y las destruimos por completo; matamos a varones, mujeres y niños. ¡Nadie quedó con vida! Solo nos llevamos el ganado y el botín de las ciudades que conquistamos. Desde Aroer, que está a la orilla del arroyo Arnón, hasta Galaad, no hubo ciudad que nos ofreciera resistencia; el SEÑOR nuestro Dios nos entregó las ciudades una a una. Sin embargo, conforme a la orden del SEÑOR nuestro Dios, no nos acercamos al territorio amonita, es decir, a toda la franja que se extiende a lo largo del arroyo Jaboc, ni tampoco a las ciudades de la región montañosa.

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