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Hechos 8:29-40

Hechos 8:29-40 NVI

El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro». Felipe se acercó de prisa al carro y, al oír que el hombre leía al profeta Isaías, preguntó: —¿Acaso entiende usted lo que está leyendo? —¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo explica? Así que invitó a Felipe a subir y sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente: «Como cordero fue llevado al matadero, como oveja que enmudece ante su trasquilador, ni siquiera abrió su boca. Lo humillaron y no le hicieron justicia. ¿Quién describirá su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra». —Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el profeta, de sí mismo o de algún otro? —preguntó el eunuco a Felipe. Entonces Felipe, comenzando con ese mismo pasaje de la Escritura, le anunció las buenas noticias acerca de Jesús. Mientras iban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua y el eunuco dijo: —Mire usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? Entonces mandó parar el carro, ambos bajaron al agua y Felipe lo bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino. En cuanto a Felipe, apareció en Azoto y se fue predicando las buenas noticias por todos los pueblos hasta que llegó a Cesarea.

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