La palabra del SEÑOR vino a Salomón y le dio este mensaje: «Ya que estás construyendo este templo, quiero decirte que, si andas según mis estatutos, y obedeces mis leyes y todos mis mandamientos, yo cumpliré por medio de ti la promesa que hice a tu padre David. Entonces viviré entre los israelitas y no abandonaré a mi pueblo Israel».
Cuando Salomón terminó de construir la estructura del templo, revistió las paredes interiores con tablas de cedro, artesonándolas desde el piso hasta el techo; el piso lo recubrió con tablones de ciprés. En el santuario interior, al fondo del templo, acondicionó el Lugar Santísimo, recubriendo el espacio de veinte codos con tablas de cedro desde el piso hasta el techo. Frente al Lugar Santísimo estaba la nave central, la cual medía cuarenta codos. El interior del templo lo recubrió de cedro tallado con figuras de calabazas y flores abiertas. No se veía una sola piedra, pues todo era de cedro.
Salomón dispuso el santuario interno del templo para que se colocara allí el arca del pacto del SEÑOR. El interior de este santuario, que medía veinte codos de largo por veinte de ancho por veinte de alto, lo recubrió de oro puro, y también recubrió de cedro el altar. Además, Salomón recubrió de oro puro el interior del templo, y tendió cadenas de oro a lo largo del frente del santuario interno, el cual estaba recubierto de oro. En efecto, recubrió de oro todo el santuario interior y así mismo el altar que estaba delante de este.
Salomón mandó esculpir para el santuario interior dos querubines de madera de olivo, cada uno de los cuales medía diez codos de altura. De una punta a otra, las alas extendidas del primer querubín medían diez codos, es decir, cada una de sus alas medía cinco codos. Las del segundo querubín también medían diez codos, pues los dos eran idénticos en tamaño y forma. Cada querubín medía diez codos de altura. Salomón puso los querubines con sus alas extendidas en medio del recinto interior del templo. Con una de sus alas, cada querubín tocaba una pared, mientras que sus otras alas se tocaban en medio del santuario. Luego Salomón recubrió de oro los querubines.
Sobre las paredes que rodeaban el templo, lo mismo por dentro que por fuera, talló figuras de querubines, palmeras y flores abiertas. Además, recubrió de oro los pisos de los cuartos interiores y exteriores del templo.
Para la entrada del santuario interior, Salomón hizo puertas de madera de olivo, con jambas y postes pentagonales. Sobre las dos puertas de madera de olivo talló figuras de querubines, palmeras y flores abiertas, y todas ellas las recubrió de oro. Así mismo, para la entrada de la nave central hizo postes cuadrangulares de madera de olivo. También hizo dos puertas de madera de ciprés, cada una con dos hojas giratorias. Sobre ellas talló figuras de querubines, palmeras y flores abiertas, y las recubrió de oro bien ajustado al relieve.
Las paredes del atrio interior las construyó con tres hileras de piedra labrada por cada hilera de vigas de cedro.
Los cimientos del templo del SEÑOR se habían echado en el mes de zif del cuarto año del reinado de Salomón, y en el mes de bul del año undécimo, es decir, en el mes octavo de ese año, se terminó de construir el templo siguiendo al pie de la letra todos los detalles del diseño. Siete años le llevó a Salomón la construcción del templo.