A ti acudo en busca de protección, oh SEÑOR mi Dios. ¡Sálvame de los que me persiguen! ¡Rescátame! Si no lo haces, me atacarán como leones, me despedazarán y no habrá quien que me rescate. Oh SEÑOR mi Dios, si he hecho mal o soy culpable de injusticia, si he traicionado a un amigo o he saqueado a mi adversario sin razón, entonces que mis enemigos me capturen. Deja que me pisoteen y arrastren mi honor por el suelo. Interludio ¡Levántate, oh SEÑOR, con enojo! ¡Hazle frente a la furia de mis enemigos! ¡Despierta, Dios mío, y trae justicia! Reúne a las naciones delante de ti; gobiérnalas desde lo alto. El SEÑOR juzga a las naciones. Declárame justo, oh SEÑOR, ¡porque soy inocente, oh Altísimo! Acaba con la maldad de los perversos, y defiende al justo. Pues tú miras lo profundo de la mente y del corazón, oh Dios justo. Dios es mi escudo, quien salva a los de corazón recto y sincero. Dios es un juez honrado; todos los días se enoja con los malvados. Si una persona no se arrepiente, Dios afilará su espada, tensará su arco y le pondrá la cuerda.
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