Disciplinar a un niño produce sabiduría, pero un hijo sin disciplina avergüenza a su madre. Cuando los perversos están en autoridad, el pecado abunda, pero los justos vivirán para verlos caer. Disciplina a tus hijos, y te darán tranquilidad de espíritu y alegrarán tu corazón. Cuando la gente no acepta la dirección divina, se desenfrena. Pero el que obedece la ley es alegre. No solo con palabras se disciplina a un sirviente; podrá entender las palabras, pero no hará caso. Hay más esperanza para un necio que para la persona que habla sin pensar. El sirviente mimado desde pequeño se volverá un rebelde. La persona enojada comienza pleitos; el que pierde los estribos con facilidad comete todo tipo de pecados. El orgullo termina en humillación, mientras que la humildad trae honra. Si ayudas a un ladrón, solo te perjudicas a ti mismo; juras decir la verdad, pero no testificarás. Temer a la gente es una trampa peligrosa, pero confiar en el SEÑOR significa seguridad. Muchos buscan el favor del gobernante, pero la justicia proviene del SEÑOR. Los justos desprecian a los injustos; los perversos desprecian a los justos.
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