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Isaías 26:1-19

Isaías 26:1-19 NTV

En aquel día, todos en la tierra de Judá cantarán esta canción: ¡Nuestra ciudad es fuerte! Estamos rodeados por las murallas de la salvación de Dios. Abran las puertas a todos los que son justos; dejen entrar a los fieles. ¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en ti sus pensamientos! Confíen siempre en el SEÑOR, porque el SEÑOR DIOS es la Roca eterna. Él humilla a los orgullosos y derriba a la ciudad arrogante; él la echa al polvo. Los pobres y los oprimidos la pisotean, y los necesitados caminan sobre ella. Sin embargo, para los que son justos, el camino no es empinado ni accidentado. Tú eres Dios. Haces lo que es justo y allanas el camino delante de ellos. SEÑOR, mostramos nuestra confianza en ti al obedecer tus leyes; el deseo de nuestro corazón es glorificar tu nombre. Te busco por la noche; en la mañana te busco de todo corazón. Pues solo cuando tú vengas a juzgar la tierra, la gente aprenderá lo correcto. Tu bondad con los malvados no los lleva a hacer el bien. Aunque otros hagan el bien, los malvados siguen haciendo el mal y no les importa la majestad del SEÑOR. Oh SEÑOR, ellos no prestan ninguna atención a tu puño levantado. Demuéstrales tu fervor por defender a tu pueblo; entonces quedarán avergonzados. Que tu fuego consuma a tus enemigos. SEÑOR, tú nos concederás la paz; en realidad, todo lo que hemos logrado viene de ti. Oh SEÑOR, Dios nuestro, otros nos han gobernado, pero tú eres el único a quien adoramos. Aquellos a quienes servimos antes, están muertos y bajo tierra; ¡sus espíritus difuntos nunca volverán! Tú los atacaste y los destruiste, y hace tiempo que pasaron al olvido. Oh SEÑOR, tú hiciste grande nuestra nación; así es, tú nos hiciste grandes. Tú extendiste nuestras fronteras, ¡y te damos toda la gloria! SEÑOR, en nuestra angustia te hemos buscado; bajo la carga de tu disciplina hemos orado. Como la mujer embarazada se retuerce y grita de dolor mientras da a luz, así estábamos en tu presencia, SEÑOR. También nosotros nos retorcemos de agonía, pero nuestros sufrimientos no resultan en nada. No le hemos dado salvación a la tierra, ni le trajimos vida al mundo. Pero los que mueren en el SEÑOR vivirán; ¡sus cuerpos se levantarán otra vez! Los que duermen en la tierra se levantarán y cantarán de alegría. Pues tu luz que da vida descenderá como el rocío sobre tu pueblo, en el lugar de los muertos.

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