»Ama al SEÑOR tu Dios y obedece siempre sus requisitos, decretos, ordenanzas y mandatos. Ten en cuenta que no dirijo estas palabras a tus hijos, los cuales nunca conocieron la disciplina del SEÑOR tu Dios, ni vieron su grandeza, ni su mano fuerte, ni su brazo poderoso. Ellos no vieron las señales milagrosas, ni las maravillas que hizo en Egipto contra el faraón y toda su tierra. No vieron lo que el SEÑOR les hizo a los ejércitos de Egipto, a sus caballos y a sus carros de guerra; ni cómo los ahogó en el mar Rojo mientras te perseguían. ¡Los destruyó y, hasta el día de hoy, no se han recuperado!
»Tus hijos no vieron cómo el SEÑOR te cuidó en el desierto hasta que llegaste aquí. No vieron lo que les hizo a Datán y a Abiram (los hijos de Eliab, un descendiente de Rubén) cuando la tierra se abrió en el campamento israelita y se los tragó vivos junto con los miembros de sus familias, sus carpas y todo ser viviente que les pertenecía. ¡Pero tú sí viste con tus propios ojos que el SEÑOR llevó a cabo todas esas obras poderosas!
»Por lo tanto, asegúrate de obedecer cada uno de los mandatos que te entrego hoy, a fin de que tengas fuerzas para tomar la tierra donde estás a punto de entrar. Si obedeces, disfrutarás de una larga vida en la tierra que el SEÑOR juró dar a tus antepasados y a ti, que eres su descendencia, ¡una tierra donde fluyen la leche y la miel! Pues la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer no es como la de Egipto, de la cual saliste, donde tenías que plantar tus semillas y hacer zanjas de riego con los pies como si fuera un huerto. En cambio, la tierra que pronto tomarás para ti es una región de colinas y valles, con lluvias abundantes; una tierra que el SEÑOR tu Dios cuida. ¡Él se ocupa de cuidarla en cada época del año!
»Si obedeces cuidadosamente los mandatos que te entrego hoy y si amas al SEÑOR tu Dios y lo sirves con todo tu corazón y con toda tu alma, él mandará las lluvias propias de cada estación —las tempranas y las tardías—, para que puedas juntar las cosechas de granos, el vino nuevo y el aceite de oliva. Te dará buenos pastizales para que se alimenten tus animales, y tendrás todo lo que quieras comer.
»Pero ten cuidado. No dejes que tu corazón sea engañado y entonces te alejes del SEÑOR y sirvas y rindas culto a otros dioses. Si haces eso, el enojo del SEÑOR arderá contra ti. Entonces cerrará el cielo y detendrá la lluvia, y la tierra dejará de producir sus cosechas, así que pronto morirás en esa buena tierra que el SEÑOR te da.