«Juntamente con Él»Muestra

«No hay reino sin cruz»

En el Capítulo 4 del Evangelio de Mateo encontramos el episodio de la tentación de Jesús. Uno de los versos dice así: «Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares». En otras palabras, el diablo le está diciendo a Jesús: «Te ofrezco lo mismo que tú viniste a buscar, pero yo te lo doy sin que seas vituperado, sin el oprobio y sin necesidad de pasar por la cruz. Además te lo puedo dar porque me fue entregado, tu Señor se lo dio a Adán, pero él lo perdió cuando pecó, y se puso bajo mi autoridad».

Satanás creía que si había podido hacer pecar al primer Adán, también podría hacer lo mismo con el segundo. Pero Jesús le respondió: «Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás». No existía posibilidad alguna de que Jesús pudiera establecer su reino si no llegaba a la cruz, y Satanás lo sabía.

Jesús declara a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer mucho de los religiosos y ser muerto para resucitar al tercer día. Frente a estas palabras, Pedro, tomándolo aparte, intentó convencerlo diciéndole: «Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca». Pero Jesús le respondió: «¡Quítate de delante de mí, Satanás!», y le explicó el motivo de tan tremenda exhortación, diciendo: «Porque me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres... Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; pero todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará». Si Jesús hubiera tenido compasión de sí mismo, no hubiera podido tener compasión de nosotros, no hubiera ido a la cruz, y sin la cruz no habría salvación ni Reino de Dios.

A diferencia de Jesús, el autocomplaciente no puede dar, ¡porque todo el tiempo está pendiente de sí mismo y de su propia necesidad! Los hijos de Dios que entienden que con Cristo nos fueron dadas todas las cosas, tienen conciencia de que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee; por tanto se sienten ricos, y de esa abundante riqueza quieren y pueden dar.