«Cómo ser confiado sin ser arrogante»Muestra
«Una petición de hablar la Palabra»
Cuando empiece a disfrutar del fruto de hacer lo que es bíblico, sentirá una sensación extraña. Esa sensación se llama confianza. Cada vez que usted responda de la misma manera, su confianza crecerá. Aprenderá que puede confiar que Dios actuará conforme a su Palabra. Eso se llama confianza. Usted nunca la tendrá hasta que decida pedirle a Dios que haga lo que resulta de sus misericordias y lo que es conforme a su Palabra.
Se evidencia que David no quiere que la Palabra de Dios se aleje de su boca. Hoy diríamos, que él quiere tener la verdad de Dios en la punta de la lengua. Esta, en realidad, fue la instrucción que Dios le dio a Josué, cuando inició su jornada como comandante en jefe de Israel y que lo llevó a la victoria.
Esta, es la progresión natural, de uno que ha aprendido a hacer las cosas conforme a lo que dice la Palabra de Dios. A medida que la maravillosa salvación de Dios se vierte en cada segmento de nuestras vidas, desearemos hablar, será natural hablar de lo que disfrutamos. Jesús dijo, que la boca hablaría de la abundancia del corazón. Es fácil ver el corazón de David y su alma en las palabras del Salmo 119, y aún ver cómo los eventos de su vida corresponden con las cosas que allí se mencionan.
Las misericordias de Dios, consumían a David de tal manera, que no podía evitar que la Palabra de Dios estuviera en su lengua. Que cantaría por siempre las misericordias de Jehová. Tal vez usted ha usado su timidez como excusa para justificar la falta de testimonio y alabanza en su vida. Cuando experimente lo que es «ocuparse» en su salvación; y, desarrollar confianza en la Palabra de Dios para enfrentar todas las situaciones de la vida, deseará compartirlo con los demás, con todos los de su alrededor, deseará que todos se enteren de lo que sucede en su vida. Tal vez nunca se torne en una persona extrovertida, pero puede pedir a Dios que le dé sabiduría para usar la gracia necesaria, para dar a conocer sus misericordias.
Acerca de este Plan
Jesús tomó a un grupo de doce hombres comunes y los discipuló. Sus trasfondos y personalidades eran variados. Pedro no temía actuar ni hablar, sin embargo siempre hacía y decía lo que no debía. Los demás apóstoles aparentemente tenían personalidades un tanto más calladas. La mayoría de ellos probablemente carecía de experiencia como oradores. Pero con el paso del tiempo, todos se tornaron en ministros poderosos de la palabra de verdad. ¿Cómo lograrlo sin ser arrogante?
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Nos gustaría agradecer a Jeff Adams en convenio con el Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.visitgraceway.org www.elcentronetwork.com