40 Principios escriturales para un ministerio saludableMuestra
37. La bendición viene después del orden.
Sin orden nada funciona bien. “Dios no es un Dios de desorden”, 1ª Corintios 14:33 (BAD). “Todo debe hacerse... con orden”, 1ª Corintios 14:40 (NVI). El desorden no viene de Dios y, además, trae maldición. ¿Algo no está fluyendo como debiera en tu vida, matrimonio, familia, trabajo o ministerio? Probablemente falte orden “porque a Dios no le gusta el desorden... sino la paz y el orden”, 1ª Corintios 14:33 (TLA). Donde hay orden hay bendición. Y el orden es nuestra responsabilidad. Si realmente aspiramos a contar con Dios y su bendición debemos establecer orden. ¿Recuerdas la historia de Ananías y Safira? Pedro le dijo a cada uno de ellos: “Le mentiste al Espíritu Santo...” (Hechos 5:3), y luego cayeron muertos. No existe evidencia bíblica de que Dios le haya ordenado a Pedro actuar de ese modo o decretar la muerte. Lo que parece es que Pedro decidió poner fin a la irreverencia y Dios lo apoyó trayendo juicio a los irreverentes. Pedro confrontó a Ananías porque sabía que su comportamiento y el de su esposa ponían en riesgo la presencia del Espíritu Santo en la congregación. Pedro entendió la importancia de propiciar un ambiente de respeto para que Dios no se vaya. La decisión de ‘poner orden’ en la iglesia fue de Pedro, no de Dios. ¿Por qué entonces pretendemos que Dios haga lo que nosotros debemos hacer? ¿Recuerdas la batalla perdida por Israel en Hai? Josué oró buscando una explicación. Dios le dijo que Israel había pecado y lo amenazó con retirarse si no restauraban el ambiente de honra: “No seguiré más con ustedes a menos que destruyan esas cosas que guardaron y que estaban destinadas para ser destruidas”, Josué 7:10-12 (NTV). Dios le mostró a Josué la causa de su enojo, pero no decidió por él. Si quería seguir contando con su presencia y bendición debía devolverle a Dios un ambiente de respeto y reverencia. La Biblia dice que Jesús “regresó... a su propia ciudad”, Mateo 9:1 (NTV). ¿A qué ciudad se refiere? ¿A Belén, la ciudad donde nació? ¿A Nazaret, la ciudad donde se crió? ¿A Jerusalén, la gran capital de Israel? No. Jesús consideraba su ciudad a Capernaúm: “Jesús regresó al pueblo de Capernaúm. Se escuchó... de que él estaba en casa”, Marcos 2:1 (PDT). Jesús volvió a su casa. ¿A qué casa se refiere? A la de Pedro. ¡Capernaúm era su ciudad y la casa de Pedro era su casa! ¿Por qué no consideró Nazaret su casa? Porque allí no lo honraban. ¡La honra es la única cosa que atrae a Dios! Anímate y ordena todo lo que esté desordenado y te sorprenderás de lo que Dios puede hacer.
Acerca de este Plan
40 días que te enseñarán principios escriturales para tener una vida, familia y ministerio bendecido, saludable, lleno de presencia y guiado por el Señor.
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Nos gustaría agradecer a José Luis Cinalli - Silvia López de Cinalli por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://iglesiadelaciudad.com.ar