Matando la kriptonita con John BevereMuestra

Hoy te mostraré el engaño más insidioso que está llevando a los Cristianos a la idolatría—incluso ahora. 

Para hacer eso, quiero que pienses en la historia del becerro de oro en el Monte Sinaí. Si recuerdas, Dios acababa de salvar a Israel de Egipto a través de muchos milagros poderosos y los guió a través del desierto al Monte Sinaí. Él les dio Sus mandamientos, pero todos retrocedieron e insistieron que Moisés subiera la montaña para hablar a solas con Dios. 

Mientras Moisés está ausente, el pueblo pierde la paciencia. Van con el hermano de Moisés, Aaron, y le piden que les haga dioses para que los guíe a la Tierra Prometida. La palabra que ellos usan para "dioses" es Elohim, que es usada en el Antiguo Testamento para referirse tanto a dioses paganos como al verdadero Dios, así que realmente no sabemos de quién están hablando todavía. 

Aaron se inclina a sus peticiones, hace la estatua de un becerro dorado, y ellos dicen, "Este es tu dios, Oh Israel, quien te libró de la tierra de Egipto" (Éxodo 32:4). Todavía no sabemos de qué Dios están hablando, pero Aaron lo aclaro en seguida. 

Él dice, "Mañana haremos fiesta en honor al Señor" (Éxodo 32:5). Cuando dice, "Señor", lo que está escrito ahí es el nombre, "Yahweh", el nombre de Dios. Ahora sabes de quién están hablando. 

Esto es lo que está pasando: Ellos están declarando, "Yahweh es nuestro Dios. Yahweh nos salvó de Egipto. Yahweh es nuestro Señor", pero ellos están adorando un ídolo. Debemos ver esta advertencia, porque si ellos tenían todas las declaraciones correctas mientras adoraban un ídolo, nosotros también podemos. 

De hecho, muchos Cristianos hacen esto todos los días, declaran "Jesús es el Señor", pero no siguen a Jesús. Así como Israel dijo que adoraba a Yahweh, pero seguían sus deseos en lugar de los de Dios, muchos Cristianos escogen cuales pasajes de la Escritura quieren seguir, ¡e ignoran el resto que los reta! 

Esto es crear una imitación de Jesús—un ídolo. No es adorar a Jesús en la verdad. 

La pregunta que nos debemos hacer es, ¿cómo podemos saber si estamos adorando al verdadero Jesús, y no a una imitación de Jesús?