El Dios De La Segunda OportunidadMuestra
En otros casos, puede tratarse de personas que su vidas son tocadas por la muerte directamente, puede ser una enfermedad o alguna depresión, pero es como una nube de muerte que los persigue. Tal vez, el doctor te ha dado una mala noticia con respecto a tu salud o a la salud de algún familiar, y es difícil soltarlo porque has entrado en contacto con la muerte. Es difícil cuando un médico te recuerda tu mortalidad, es dificil cuando hay un dolor que no sabes de dónde viene y tienes temor de ir al doctor porque no quieres oír malas noticias.
Es difícil levantar las manos y orar cuando personas cercanas a ti, que tú amas, han sido diagnosticadas con alguna enfermedad terminal. Y cuesta ver a otros celebrando la Pascua. Y algo dentro de ti te dice: "¡No puedo, no puedo!".
Otro elemento de tocar la muerte es cuando estás en tristeza, en lamento porque alguien a quien amas ha muerto, o alguien que tu amabas ha sido quitado de tu lado, se ha ido. Y vas a la iglesia porque eso es lo que se supone que debes hacer. Y abres tu Biblia porque eso es lo que se supone que debes hacer, te pones de rodillas porque se supone que eso es lo que debes hacer. Pero dentro de ti, es como si estuvieras mirando desde afuera que otros celebran la Pascua, pero tú no.
Algunas veces, no es la muerte de una persona sino de una relación, de una amistad, de un noviazgo; algo que pensabas que duraría para siempre, que terminaría en un final feliz o un matrimonio o algo así. Pero esa persona ya no está, y sabes que esa relación terminó para siempre. Y tienes el corazón roto, abatido, la muerte relacional. Y tocaste eso y estás como estos hombres, mirando desde afuera.
Y vienes al Señor y dices: "¿Por qué? ¿Por qué no puedo celebrar la Pascua? ¿Por qué estoy, como mirando desde afuera hacia adentro? ¡No quiero estar más aquí!". Y cuando miras, te das cuenta de que has estado en esa actitud por días, semanas, tal vez meses o años. Lejos de una comunión íntima con Dios de intimidad, y dices: "He perdido mi dulce comunión con Dios, extraño orar, extraño alabar a Dios, extraño adorar, extraño estar en la presencia de Dios. Extraño celebrar la Pascua".
Y estos hombres llegaron a donde Moisés y le dijeron: "¿Por qué no podemos? ¿Por qué no podemos disfrutar de esa bendición?". Moisés les dice: "Voy a preguntarle al Señor". Y va y el Señor habla una palabra: "Dile a toda esta gente que reconoce que ha tocado lo impuro, que reconoce que se han aferrado a cosas, que reconoce que han permitido en algún nivel tocar lo impuro, que han permitido eso en sus vidas. Es necesario reconocer.
Diles: <<Si, se han perdido oraciones, se ha perdido tiempos, momentos con Dios; perdieron el primer mes>>. Pero, Dios dice: 'Viene el segundo mes, hay un lugar para ellos, hay un momento para ellos. Hay una nueva oportunidad'. Diles que vengan y se regocijen en la Pascua, en la misma forma en que celebraron la primera Pascua. Hay una nueva oportunidad de estar limpios, que no se van a perder nada, que van a poder celebrar la Pascua como otros la celebraron el mes pasado".
Por cualquier razón, por la cual te hayas perdido la celebración de la Pascua, el Señor detendrá, el cielo y la tierra por ti. Hasta que vuelvas a Él, hasta que encuentres tu camino hacia Él, hacia celebrar Su Pascua, a celebrar la libertad. Hay una segunda oportunidad.
¡Diles!, le dijo a Moisés. Aún hay oportunidad. Esto no termina hasta que Él diga que se ha terminado. ¡Diles, hay una puerta abierta!
Y le dice a Moisés: "Déjalos venir con su quebranto". La puerta de la gracia está abierta. Sigue abierta. Sé que has luchado, sé con qué luchas, sé dónde estás roto, quebrantado. Y no tienes por qué seguir así, mirando desde afuera a otros celebrar la Pascua.
El Señor está diciendo: "Te dejo entrar y te dejo entrar a la realidad de mi Señorío. Quiero que celebres la Pascua. Él sabe lo que es el dolor, Él sabe lo que vives. Por eso, puedes venir a Él, porque Él te entiende. Pero debes celebrar como Él dice que debes hacerlo".
Y dice que deben comer con las hierbas amargas. En otras palabras, deben celebrar con lo bueno y con lo malo, celebrar aun en los tiempos malos, en los tiempos de amargura. En otras palabras, debes celebrar cuando Él te diga que debes celebrar, no cuando las circunstancias te digan que debes celebrar.
Y dice que no le rompan los huesos a ese cordero. En otras palabras, no trates de manipularlo, de controlarlo, de torcerlo, de hacerlo como tu quieres. Respeta el sacrificio del Señor con reverencia.
Dios sabe cómo cuidarte, no guardes para el otro día. Recuerda, Dios sabe cómo cuidarte, cómo proveer para ti hoy, mañana, pasado mañana. Dios sabe cómo cuidarte, Dios sabe cómo cuidar a su pueblo, el sabe cómo cuidar a sus hijos.
Y, algunos dicen: "Bueno, yo voy a esperar la tercera o la cuerta vez...". Pero esta porción que todo el que pueda celebrar la Pascua debe hacerlo. En otras palabras, te dice: ¡Te estoy esperando! ¡Pero no abuses de mi gracia! Dios, es un Dios de gracia y misericordia. Y cuando Él te llame a la oración, a la alabanza, a la adoración, ¡hazlo! No esperes al domingo. Celebra la Pascua cuando Él te lo diga. Reconoce su sacrificio en tu oficina, en tu hogar.
Yo creo que Dios te ha hablado; y creo que hay personas que dicen: "He dejado de celebrar la Pascua. Soy cristiano desde hace tiempo, pero mi corazón está abatido, quebrantado. He recibido malas noticias de un doctor, he tocado lo impuro, me he apagado, me he distanciado, me he enfriado. Pero hoy quiero volver. Quiero celebrar la Pascua hoy. Necesito esa segunda oportunidad, necesito esa segunda oportunidad para adorarlo, para celebrar la libertad, para celebrar su alabanza".
Por Andrés Vargas y Equipo de TopCristianos
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Acerca de este Plan
Han pasado dos años después de que el pueblo de Dios fuera liberado de Egipto, y una nueva temporada se vislumbraba en sus vidas. Una temporada de prueba y dificultad, que los llevó, en muchas oportunidades, a desear volver atrás debido a la dureza del camino. Pero, también vieron la mano de Dios, proveyéndoles y cuidándoles.
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