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El Dios De La Segunda OportunidadMuestra

El Dios De La Segunda Oportunidad

DÍA 2 DE 3

Y ahora, dos años después, Dios no les está pidiendo que celebren y disfruten la Pascua con la victoria fresca, palpable. Han pasado dos años, y tal vez no esta tan fresco el sentimiento de libertad y de victoria.

Han pasado dos años y las dificultades que han vivido, les han hecho olvidar la gran victoria, la gran libertad que experimentaron un año atrás, en donde nadie les dirigio en una alabanza, sino que ellos espontáneamente lo hicieron, en donde la victoria era tangible. Como cuando tu compartes de Jesucristo con emoción, con la emoción del recién convertido, porque tienes claro y frezco en tu vida que fuiste sacado de la muerte, era tangible, era real. Era visible.

Ahora Dios, les está diciendo: "Quiero que celebren la Pascua en el desierto, quiero que celebren el sacrificio de mi cordero, de mi Hijo en la aridez, en la soledad. Quiero que celebren la pascua en el contexto del desierto, de la tribulación, de la prueba, de no ver nada con claridad. ¡Quiero que celebres! ¡Que adores, que alabes! ¡Que celebres! Que bendigas en el lugar del dolor".

Y quiero sugerir que no era fácil para ellos hacerlo en ese momento, y podemos decir lo mismo en cierta circunstancia, de nosotros. Cuando empezamos a sentir el abandono, cuando empezamos a sentir que no hay repuesta. Cuando ya no recordamos la gran victoria que Él nos dio, y supimos que fuimos hechos libres. Cuando nadie tenia que dirigirnos en la alabanza a levantar las manos o a cantar una cacion con toda la fuerza. Cuando nadie nos tenia que decir que debíamos compartir de Jesús.

Cuando nadie nos tenia que explicar cómo hablar de Él, de Su amor, de Su poder, de Su libertad. Cuando teniamos la certeza de ser hijos de Dios, amados, perdonados, liberados. Y lo adorabamos en medio de lo que fuera. Pero, ha pasado el tiempo, y hemos experimentado ciertas pruebas, ciertas circuntancías, hemos vivido ciertas desiluciones, con otros cristianos, con nosotros mismos, con Dios.

Y ahora, Dios nos está diciendo: << Quiero que celebres la Pascua en la misma forma en que la celebraste cuando te llamé, cuando te saqué de Egipto. En la misma forma como cuando viste los carros del faraón undirse en medio del mar>>.

Y empezaron a hacerlo, me imagino hablando el uno con el otro, empezando a recordar: "Bueno, a mí me tocaba arrear bueyes, y sembrar cebolla, y recuerdo como me dolia la espalda". Y el otro diciendo: "Yo tenía que empujar esas piedras gigantescas para la pirámide tal, y recuerdo los latigazos que tenía que aguantar". Pero un día, Dios mando a Su elegido, a Moisés y le dijo al faraón <<Deja ir a mi pueblo>> Y Dios me habló y me dijo: ¡Sé libre hoy! Qué este sea el comienzo de tus días.

Y el otro decía: "Un día Dios me habló y me dijo <<No volverás allí de nuevo>>, <<no volveras a encontrar tu vida atada a esa situación de nuevo>>". Y otro decía: "Yo estaba bajo el domínio del faraón, pero un día Dios vino y me dijo que yo, ya era libre". Y me los imagino uno tras otro contando su historias, sus testimonios "yo estaba aquí, yo estaba allá". Pero Dios habló Su palabra de libertad y ahora, estoy aquí, ¡libre!

Pero, la Biblia dice que había unos hombres fuera del campamento que no podían celebrar esta Pascua, ¡aún a pesar de haber sido parte de esa comunidad de Dios! ¡Aún a pesar de haber celebrado esa primera Pascua con el resto de los que estaban ahí!

La Biblia dice que los habían apartado del resto, aún a pesar de que los que estaban allí, estaban llamados a celebrar la Pascua en medio de sus luchas, de sus circunstancias. Pero estos hombres estaban impuros, habían tocado un cadáver, habían tocado lo impuro y habían quedado marcados por la muerte. Por eso, no podían venir a la alabanza, a la adoración. No podían venir a contar sus testimonios, ni a celebrar. No podían venir al sacrificio y disfrutar de lo que estaba ocurriendo allí.

Y me los imagino mirando desde lejos, como esos leprosos fuera del campamento que decían: "¿Qué hacemos aquí?" O como ese hijo perdido que decide volver a casa y dice: "¿Qué estoy haciendo aquí? Si en la casa de mi padre hay mucha provisión". Y ellos llegan donde Moisés y le dicen: "¿Por qué nos hacen a un lado de celebrar la Pascua?" ¿Por qué no podemos gozar lo que Dios ha hecho? ¿Por qué no podemos celebrar el sacrificio?

Y cuando veo esta idea, varias cosas vienen a mi cabeza. Lo primero tiene que ver con lo muerto, con aquella persona a la que se le ha muerto el entusiasmo por el Señor, que está lejos de esos momentos de alegría, de cercanía con el Señor. Y se les ha olvidado lo que es estar atados bajo el faraón y empiezan a hablar de los puerros y el ajo que comían en la casa del faraón, y desean volver atrás, y tocar lo impuro.

Y ahora, cuando Dios está tratando de moverse de nuevo en ellos, de celebrar la libertad en ellos, su aración, de celebrar su alabanza, pareciera que no pueden ya. Porque han tocado lo impuro, porque han permitido el pecado en sus vidas y encuentran dificil levantar manos santas, encuentran dificil adorar Su santo nombre. Y aunque saben que la gracia está disponible, se autocondenan y les cuesta. Aún a pesar de que veo a mi alrededor a todos celebrando la Pascua, pero el sentimiento es como que estoy fuera, mirando para adentro.

O tal vez pueda tratarse de aquellos que, aún a pesar de saber que el pasado ha pasado, siguen aferrados a él, y se sienten impuros por lo que hicieron sabiendo que Dios ya ha perdonado, siguen tocando lo impuro en sus recuerdos, en sus historias, siguen pegados a lo que fue, pero ya no es. Y encuentran dificil adorar, celebrar porque aun estan llenos de amargura de rabia, de temores, no pueden soltar y por no poder soltar eso, que está muerto, empiezan a apartarse.

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

El Dios De La Segunda Oportunidad

Han pasado dos años después de que el pueblo de Dios fuera liberado de Egipto, y una nueva temporada se vislumbraba en sus vidas. Una temporada de prueba y dificultad, que los llevó, en muchas oportunidades, a desear volver atrás debido a la dureza del camino. Pero, también vieron la mano de Dios, proveyéndoles y cuidándoles.

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