Ansiosos por nadaMuestra
Que tu amabilidad sea evidente para todos
La ansiedad desenfrenada puede desatar un Enola Gay de arrebatos de ira, acusaciones imprudentes y represalias furiosas contra aquellos en tu camino que tienen la mala suerte de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. ¿Cuántas personas han resultado heridas como consecuencia de una tensión tan desenfrenada? Por otro lado, ¿cuántos desastres se han evitado porque una persona decidió estar tranquila?
Es esta compostura a la que Pablo se refiere cuando dice: “Que vuestra amabilidad sea evidente a todos” (Filipenses 4:5 NVI). La palabra griega traducida como amabilidad describe un temperamento sazonado y maduro. Visualiza una actitud adecuada a la ocasión, sensata y templada. La suave reacción es de firmeza, imparcialidad y justicia.
Jesús aseguró que “en este mundo tendréis aflicciones” (Juan 16:33 NVI). Es tan inevitable como la salida del sol en un nuevo día, como las olas rompiendo en las orillas de una playa. Pero lo que también debes recordar es que Jesús ha prometido estar contigo en medio de esos problemas. Antes de partir de esta tierra, Jesús dijo a sus discípulos: “Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado. Y os aseguro que estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19–20 NVI).
De hecho, a lo largo de la Biblia, Dios prometió repetidamente estar presente con su pueblo. Estaba con Abram mientras viajaba a una nueva tierra. Estuvo con Agar cuando ella huyó al desierto, y con Isaac cuando se vio obligado a mudarse de un lugar a otro. Estuvo con Josué cuando se enfrentó a los cananeos y con David cuando se enfrentó a los filisteos. Estuvo con Pedro en prisión y con Pablo cuando y dondequiera que se encontrara en circunstancias extremas.
Dios nunca estuvo mirando desde la distancia. De hecho, su nombre es Emmanuel, que significa "Dios con nosotros". Se hizo carne. Se hizo pecado. Derrotó a la tumba. Y él todavía está contigo.
Tal vez hoy estés luchando para mantener una familia unida, un negocio a flote o una escuela para que no se hunda. La forma en que manejes esa pelea revelará dónde reside finalmente tu confianza. Si confías en Jesús y crees que él siempre está contigo, el resultado de entregarle el control será una calma contagiosa que rodeará tu vida. Esta calma te permitirá ver cómo Dios está obrando en tu situación y otros notarán que hay algo diferente en ti. Sanará tu ansiedad, madurará tu fe y mostrará a los demás que Dios siempre es fiel.
Controlar la ansiedad es como arrancar raíces de la tierra. Algunas de tus preocupaciones tienen raíces profundas y extraerlas es un trabajo duro. Pero no tienes que hacerlo solo. Presenta el reto a tu Padre y pídele ayuda.
¿Resolverá él el problema? Si, él lo hará. ¿Lo solucionará inmediatamente? Tal vez. O tal vez parte de la prueba sea un curso avanzado de paciencia. Una cosa es segura: una calma contagiosa se producirá en la medida en que recurras a él.
Responde
¿Quién en tu vida se ve más afectado por la forma en que respondes a situaciones estresantes?
¿Cómo definirías la palabra amabilidad? ¿Dirías que tus respuestas a los demás en situaciones estresantes tienden a ser amables? ¿Por qué sí o por qué no?
¿Cómo puede ayudarte a mantener una sensación de calma contagiosa el saber que Dios está siempre presente en tus circunstancias?
Escritura
Acerca de este Plan
El autor de bestsellers Max Lucado explora el plan de tratamiento de Dios para la ansiedad que se encuentra en Filipenses 4:4–8. Al seguir esta receta – celebrar la bondad de Dios, pedirle ayuda, entregarle tus preocupaciones y meditar en las cosas buenas –experimentarás la paz de Dios. Aunque la ansiedad forme parte de la vida, no tiene por qué dominarla.
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