Llamados para crearMuestra
J.R.R. Tolkien
Aún cuando hayamos hecho la decisión de ver nuestro trabajo como una respuesta sacrificada al llamado de Quien nos llama, todavía vivimos en un mundo que constantemente pelea contra nuestras decisiones. Si vamos a crear efectivamente para la gloria de Dios y el bien de los demás, en lugar de hacerlo principalmente para nuestra fama y fortuna, debemos hacerlo según las palabras del Apóstol Pablo: “no se conformen a este mundo, pero sean transformados por medio de la renovación de [nuestras mentes]." Pero ¿cómo hacemos esto en la práctica? Como J.R.R. Tolkien nos muestra, una comunidad de compañeros creadores Cristianos es un ingrediente esencial.
Cualquier fan de Tolkien sabe que el autor tenía algo con los árboles. Una mañana, Tolkien despertó y descubrió que un amado árbol justo enfrente de su casa había sido cortado inexplicablemente por un vecino. Tolkien se entristeció porque para él, el destino que experimentó el árbol representó lo que Tolkien temía por su “árbol interno,” El Señor de los Anillos. Tolkien había pasado décadas trabajando en lo que esperaba que fuera la coronación del libro de su carrera; pero a medida que la Segunda Guerra Mundial iba aumentando en toda Europa, el progreso de Tolkien en el proyecto se había atrasado considerablemente. Con la invasión aparentemente inminente de Gran Bretaña, Tolkien comenzó a desesperarse de que como el árbol, su vida pudiera ser cortada repentinamente, y el trabajo de su vida con él.
Afortunadamente para Tolkien, se había rodeado de una comunidad de otros Cristianos para ayudarle a renovar su mente y mantener su perspectiva eterna. Este grupo de amigos, conocido como “los Inklings,” estaba compuesto de hombres, como Tolkien, que compartían el amor por el Señor y la literatura, uno de los más notable entre ellos, C.S. Lewis. Durante dos décadas, el grupo se reunió con una regularidad variable en un pub de Oxford llamado El Águila y El Niño (que todavía se puede visitar hoy). En una de estas reuniones, sabemos que Tolkien mencionó el árbol caído y su temor de que El Señor de los Anillos pudiera sufrir el mismo destino.
Fueron los Inklings que motivaron a Tolkien a perseverar en su trabajo y al mismo tiempo le recordaron que, aún si el magnum opus nunca se completara, el simple acto de ser fiel al llamado de Dios para crear tenía un significado eterno. Todos sabemos el resto de la historia: Tolkien siguió adelante con esta perspectiva eterna El Señor de los Anillos se convirtió en una de las novelas más vendidas de todos tiempos.
Sin una comunión regular con otros creyentes para refrescar sus perspectivas eternas, es posible que Tolkien nunca hubiera terminado El Señor de los Anillos, y Lewis nunca hubiera terminado Las Crónicas de Narnia. Como nosotros en este mundo, se necesita comunión regular con nuestros hermanos y hermanas en Cristo para renovar nuestras mentes continuamente y “fijar nuestros ojos no en lo que se ve, sino en lo que no se ve.” (2 Corintios 4:18).
Escritura
Acerca de este Plan
Emprendimiento y creatividad se pueden usar de maneras poderosas para glorificar a Dios, amar a otros, y hacer discípulos de Jesucristo. En este plan de cinco días, leerás las Escrituras y las historias de C.S. Lewis, Arthur Guinness, J.R.R. Tolkien, y Casper ten Boom: cuatro Cristianos que aprovecharon el llamado a crear y quiénes te inspirarán hacer lo mismo.
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