¿Qué es libertad?

Quisiera comenzar hablando de la libertad, ¿qué es realmente?

Tenemos un concepto erróneo de esta palabra, ya que nuestro sistema está limitado a este mundo, a la carne, a los deseos y sensaciones, a lo visible… Por ende, definimos a una persona libre como alguien que puede hacer todo lo que desea, sin restricciones y con el derecho de tomar todo lo que ante sus ojos es bello y codiciable.

Este es un discurso muy heroico e idealista, pero ¿qué ocurre si te digo que no fuimos creados para someternos al sistema de este mundo, sino al del reino de los cielos que está por encima? Nada de lo que haya en este planeta que nos venda ideales que se convierten en nuestros mayores y más anhelados deseos, las cosas que nos dan gozo y alegría, o esos hábitos que nos llevan a vivir al límite, nos darán esa sensación de verdadera libertad. La primera vez nos causan satisfacción, pero el efecto es pasajero y nos hace caer en un ciclo repetitivo y sinfín, anhelando “lograr” esa sensación de plenitud. Allí es cuando nos damos cuenta que la “libertad” que nos ofrece este mundo se convierte en un grillete con cadena.

Quizás en este punto ya te amoldaste al mundo actual y has perdido el rumbo hacia la verdadera libertad, la cual nos da permiso para pensar lo bueno, lo puro, lo digno de nosotros mismos y de los demás. La libertad para escuchar la voz de Dios y tomar las mejores decisiones conforme a Su voluntad, libertad para acercarte al trono de la gracia y encontrar perdón de pecados, libertad para perdonar, sin guardar rencor.

Pedro menciona en Romanos 12:2:“No se amolden al mundo actual, de lo contrario no podrán ser transformados y llegar a la perfecta y buena voluntad de Dios, que es plenitud total“. Pero, la esperanza que tenemos es que Cristo puede romper estas cadenas con tan sólo confesar que Él ya venció y es ahora nuestro Señor, quien nos ama, anhela y espera, siempre.