Jesús, El Centro De TodoMuestra

Alimento

Jesús entiende y se compadece de nuestras debilidades porque Él mismo las experimentó.

Como Él sabe de qué manera nos creó, conoce lo que necesitamos para vivir la vida abundante a la que él se refería, sin importar cuál sea hoy la distancia que exista entre esa vida que Él diseñó y la que estamos viviendo.

Jesús se entregó a sí mismo por nosotros, porque Él es suficiente y sabía que podía saciarnos. Su vida sigue estando disponible (Él es la vida) y solo a través del Espíritu tenemos acceso a ella, no por esfuerzo humano (Él es el camino).

Cuando Jesús se refiere a sí mismo como pan de vida y como pan que desciende del cielo para dar vida, es porque sabe lo que necesitamos “comer” para poder vivir y no querer nada más. ¿A quién más podríamos ir si solo Él tiene palabras de vida eterna? Jesús mismo vivió de toda palabra que salía de la boca de Dios.

Dios sabe darse a conocer como aquel alimento que nos satisface desde siempre. Por eso Jesús “sacia con lo mejor al hambriento”.

Hoy es un buen día para acudir a Él, escuchar de su boca las palabras que nuestro ser tanto necesita escuchar. Detengámonos a aprender, a permanecer, reconociendo que sólo en Él estamos satisfechos.