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El dinero y las cosas

Tal vez pienses:“Bueno, Dios es dador, Él nos hace dadores, esto hacemos porque es lo que somos. Me entrego a la vida abundante que Jesús me da. Pero, ¿por qué Dios quiere mis cosas?". He aquí un motivo: Dios sabe que el dinero y las cosas son Su competencia numero uno por tu afecto. Aquí está nuevamente, abajo, en negrita. Solo léelo ... varias veces.

Dios sabe que el dinero y las cosas son Su competencia numero uno por tu afecto.

Esto es duro. ¿Por qué no amo a mi prójimo como a mi mismo? Pues no corta el césped, y eso hace bajar el valor (dinero) de mi casa (cosa). ¿Por qué grité a los niños el otro día? Tardaron demasiado en preparase, llegué tarde al trabajo, aparqué en un lugar malo, le hice un rasguño a mi coche (cosa), y mi jefe me advirtió de que si llego tarde otra vez, no conseguiré aquel ascenso (dinero). ¿Qué te impide amar a Dios con todo tu corazón, tu alma y tu mente? ¿Qué te impide amar a tu prójimo como a ti mismo?

¿Por qué el dinero y las cosas ocupan el lugar de los dos más importantes mandamientos de Jesús? Dos razones. Primero, así es como empezó el pecado. Adán y Eva pusieron el fruto (cosa) antes que Dios porque el ladrón los convenció de que ellos tenían que cuidar de sí mismos. Hoy, la mayoría de nosotros piensa igual. Segundo, estos son medibles y brillantes, y nos gustan las cosas que son así.

¿Por qué nos gusta las cosas que son medibles? Porque pensamos erróneamente que la provisión es escaza. Por eso, medimos locamente lo que recibimos. Mas recuerda, dejamos esa mentalidad de escases cuando entramos al corral del Buen Pastor, donde estamos rodeados por Su abundancia.

¿Por qué nos gustan las cosas brillantes? Porque fuimos hechos a la imagen de Dios a quien también le gustan las cosas hermosas. Esto va mal cuando colocamos las cosas creadas por encima del Creador de todas las cosas.

Entonces, ¿el dinero y las cosas son malas? No, sólo necesitan saber cuál es su lugar. ¿Cómo ponemos el dinero y las cosas donde deben estar? Al igual que los pensamientos rebeldes, los llevamos cautivos y los hacemos obedecer a Dios. En vez de pedirle a Dios que nos de más, pediremos que nos dé más de Él. Tal vez comencemos a dar o a diezmar. Dejemos de gastar todo en nuestras pasiones y comencemos a gastar apasionadamente en Él. Tal vez daremos abundantemente porque Él es nuestro proveedor abundante. No trabajaremos para obtener cosas, trabajaremos para darle gloria a Él. Tal vez venderemos algunas cosas para empezar algo que Él nos ha estado pidiendo que hagamos.

Pregunta: ¿Qué haría yo para que mi dinero y mis cosas obedecieran a Dios?