Encontrar La Verdadera Felicidad: Devocionales con John PiperMuestra

Los creyentes en Jesús son preciosos para Dios (¡somos su novia!). Y nos ama tanto que no permitirá que nuestra preciosidad se convierta en nuestro dios.

En efecto, Dios nos da mucho (¡nos adopta!), pero lo hace de un modo que nos saca de nosotros mismos para que disfrutemos de su grandeza.

Ponte a prueba. Si Jesús viniera a pasar el día contigo, se sentara a tu lado en el sofá y te dijera: “Te amo mucho”, ¿en qué te enfocarías durante el resto del día que pasas con él?

Me parece que demasiadas canciones y sermones nos dejan con la respuesta equivocada. Dan la impresión de que la cumbre de nuestra alegría sería el sentimiento recurrente de ser amados. “¡Él me ama!” “¡Él me ama!” Esto es, sin duda, gozo. Pero no la cumbre ni el enfoque.

¿Qué estamos diciendo con las palabras “Soy amado”? ¿Qué queremos decir? ¿Qué es eso de “ser amado”?

¿No sería la mayor alegría, la más exaltadora de Cristo, la de observar a Jesús todo el día y exclamar con entusiasmo: “¡Eres asombroso!” “¡Eres asombroso!”

• Él responde a la pregunta más difícil, y su sabiduría es asombrosa.
• Toca una llaga sucia y supurante, y su compasión es asombrosa.
• Levanta a una mujer muerta en la oficina del forense, y su poder es asombroso.
• Predice los eventos de la tarde, y su conocimiento previo es asombroso.
• Duerme durante un terremoto, y su valentía es asombrosa.
• Dice: “Antes que Abraham fuese, YO SOY”, y sus palabras son asombrosas.

Caminamos con él totalmente asombrados por lo que estamos viendo.

¿No es su amor por nosotros su afán por hacer todo lo que debe hacer por nosotros (incluyendo morir por nosotros) para que podamos maravillarnos de él y no ser incinerados por él? Redención, propiciación, perdón, justificación, reconciliación: todas estas cosas tienen que suceder. Son el acto de amor.

Pero la meta del amor que hace que esos actos sean amorosos es que estemos con él y veamos su gloria asombrosa y quedemos atónitos. En esos momentos nos olvidamos de nosotros mismos y lo vemos y sentimos a él.

Por eso exhorto a pastores y maestros: Empujen a las personas a través de los actos del amor de Cristo hacia la meta de su amor. Si la redención, propiciación, perdón, justificación y reconciliación no nos llevan al disfrute de Jesús mismo, no son amor.

Insistan en esto. Es por lo que Jesús oró.

“¿Por qué estás emocionado de ser amado por Jesús?”