Día 2: Fe en la oscuridad

“¡Hay un monstruo debajo de mi cama!”

¿Te ha despertado alguna vez un niño con este grito de terror? Quizás tú alguna vez fuiste ese niño.

A medida que crecemos, los monstruos debajo de la cama se desvanecen. Pero los monstruos en nuestra cabeza se vuelven aún más fuertes. Podemos terminar viviendo con un miedo constante a los enemigos que nos pueden atacar y al mal que nos puede sobrevenir.

Todos enfrentamos nuestra parte de miedos. Honestamente, hay mucho que temer en este mundo incierto. Todos tenemos algo que nos mantiene dando vueltas por la noche.

¿Cuál es la respuesta, entonces?

Abrace una fe en Dios que sea lo suficientemente grande y honesta como para dejar espacio para las pruebas y las tragedias, no solo para los triunfos. No importa lo que suceda, ya sea que vivamos o muramos, ganemos o perdamos, tengamos éxito o fracasemos, Dios está a cargo y se puede confiar en él (Romanos 8: 38-39).

Vamos a enfrentar algunas cosas difíciles en la vida. Ninguno de ellos puede romper nuestra relación con Dios. Incluso si nuestros peores temores se hacen realidad, aún podemos contar con el amor y la presencia de Dios. ¿No es eso de lo que se trata la fe? ¿Una confianza infantil en el amor de Dios?

Cuando aprendes a vivir con fe en Dios, la muerte y la pérdida pierden su poder. La fe te permite enfrentar cualquier amenaza, cualquier mala noticia o cualquier miedo sin abrumarte. Deje que la fe defina tu vida, y te guiará a través de tus experiencias de muerte ileso. No solo le des crédito por las victorias, deja que te lleve a través del fracaso, la decepción y el dolor también. Ahí es cuando está en su mejor momento.

Sí, lo peor podría pasar. No, tu milagro podría no tener lugar de este lado del cielo. Sí, hay algunos días difíciles por delante.

Pero no tienes que tener miedo. La fe abre tus ojos al Dios que te rodea con brazos de amor y ejércitos de protección.