LA MUERTE NO FUE UN FINAL, SOLO UN COMIENZO

La muerte de Jesús no fue un punto final, fue un punto y aparte donde se escribiría el verdadero comienzo.

Y dicen que las últimas palabras de alguien son importantes, ¡cuánto más las palabras de Jesús antes de subir al cielo!

En los versículos de hoy veremos 4 principios que nos empoderarán en nuestras vidas cristianas.

"Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra".

Jesús ha vencido a la muerte, HA RESUCITADO. Ha demostrado ser quién decía ser: Dios mismo.

Tiene todo el poder, tanto en la tierra como en el cielo. No hay nada que se le oponga, nada que se le escape, nada demasiado grande, ni demasiado poderoso. Jesús no tiene el máximo poder, dominio y autoridad. Jesús ES el máximo poder, dominio y autoridad.

Como Dios, el tiene capacidad de hacer lo que quiera, cuándo quiera, con quién quiera, de acuerdo con su carácter y la voluntad de Dios.

Y este es el motivo por el que Jesús da la misión de la vida cristiana.

"Por tanto, id".

Incontables veces este versículo se ha malinterpretado. Muchos dicen que este versículo es argumento para tener que salir necesariamente. Pero, ¿quiere eso entonces decir que aquellos que se quedan en sus pueblos, en sus trabajos, en su vida cotidiana, tienen menos llamado a cumplir la misión de Jesús?

¡En absoluto!

Este versículo, en griego, el idioma original, quiere decir: "mientras vayáis", es decir, mientras viváis. Mientras estéis haciendo vuestra vida cotidiana, mientras estéis en el trabajo, mientras cuidéis a vuestra familia, mientras estudiéis, mientras vayáis en el autobús, cuando andéis por la calle, cuando quedéis con amigos o compañeros.

En vuestra vida diaria. Porque Jesús no separa la vida secular de la vida espiritual. No existe esa separación. Cuando nos convertimos en discípulos de Jesús, debemos ver TODA nuestra vida como un TODO, todo debe estar influenciado por nuestro cristianismo.

"Y haced discípulos".

En nuestra vida diaria, en cada ámbito, en cada momento, nuestro enfoque y nuestra misión debe ser esa: hacer discípulos.

No estamos llamados a engañar a la gente en una creencia, a convertirlos a una religión. No estamos llamados tampoco a la indiferencia e insensibilidad que nos paran ante la misión de Jesús.

Estamos llamados a hacer discípulos, discípulos que con fe y arrepentimiento se conviertan en hijos de Dios y puedan entender el costo del discipulado que Cristo pide.

Esto pasará no por nuestras fuerzas o nuestros métodos. Solo a través del Espíritu Santo es que la gente va a conocer a Jesús como Salvador y Señor.

"Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".

Tenemos una promesa que empodera de parte de Jesús. Jesús nunca pensó en dejarnos solos en la misión. Porque cuando Jesús nos envía, nos da todo aquello que necesitamos para que podamos llevarla a cabo. Y nos promete su presencia con nosotros todos los días.

Ante el temor, ante la inseguridad, ante la falta de sabiduría, ante muchas cosas que pueden surgir cuando nos exponemos a compartir el Evangelio con otros, tenemos que recordar que Jesús está con nosotros.

Y tú, ¿te vas a unir a la misión?