Controla Lo Que Te ControlaMuestra
¿Y AHORA QUÉ?
Ya tenemos claro cuál es el verdadero carácter fuerte (Prov. 29:11) porque conlleva fortaleza mental, emocional y espiritual; también conocemos el poder de las palabras y lo que dice Dios acerca de aquellos que son demasiado impulsivos.
Tenemos claro que queremos hacer algo al respecto, pero...
¿Cómo? ¿Cómo podemos cambiarlo y trabajarlo de manera práctica? ↓
1. ENTIENDE.
Primero de todo. No te martirices.
Este primer punto creo que es realmente importante para alguien que batalla contra su propio carácter, porque es un proceso como cualquier otro y no sucede de la noche a la mañana, conlleva aprendizaje y tiempo.
No te machaques cuando caigas pero tampoco te engañes a ti mismo ignorándolo y restándole importancia. Mantente sobrio.
Dios no eligió a personas sin ningún tipo de problema y con su vida resuelta, sino que escogió a los débiles para vergüenza de los fuertes. Le complace usar al humilde que no necesariamente está cualificado pero tiene disposición, frente al más capacitado y sabio de todos a ojos del mundo. Dios no es un Dios de títulos.
Pedro mismo, uno de los discípulos de Jesús, era muy impulsivo. Y podemos ver esas pinceladas de su carácter en muchas partes de la Biblia.
Hay situaciones y situaciones. No siempre tendremos la razón pero tampoco siempre tendremos la culpa, pero eso sí, debemos lograr el dominio propio independientemente de si la tenemos o no.
Él puede y quiere usar a cualquiera porque no vino a por justos sino a por pecadores: Dios puede transformarlo todo y convertir al incapaz en capaz sólo por su fe, y revertir lo malo en bueno, en Su benignidad.
Él cuenta con tus caídas, contó con nuestras caídas y vino a rescatarnos de ellas. Si Él no te menosprecia por ellas, ¿por qué lo haces tú? Deja de que Dios lo convierta en testimonios vivos de su poder y amor.
2. ENFRENTAR ≠ ATACAR
Atacar no brinda soluciones ni pone medidas, solo trae consigo más ruinas y escombros porque el objetivo último del ataque, como ya vimos el día anterior, no es reconstruir ni arreglar, sino romper.
En cambio tú, en vez de atacarlo, enfréntalo.
Busca soluciones a lo que sea que te provoque esas reacciones:
• Si es una persona. Habla con ella y coméntale cómo te sientes y cómo percibes lo que está sucediendo, también escucha sus necesidades y motivos, tratad de llegar a un punto de inflexión. Si después de hablar e intentar genuinamente poner remedios, concluís que no hay solución posible, es mejor cortar de raíz el problema aunque duela antes de que siga creciendo y se agrave más la situación (Proverbios 22:10).
• Si es el trabajo. Busca de que manera podrías manejar y reducir ese estrés (con menor carga, con mejor organización y distribución del tiempo, con mejores condiciones, con otro trabajo, con más paciencia con tus compañeros, buscar de qué manera relajarte para no descargarlo en casa...).
• Si es una temporada de agobio, ansiedad o frustración. Busca maneras y técnicas que te sirvan para manejarlo como escribir, dar un paseo cuando sientas que te alteras, escuchar podcasts o leer libros para aprender a lidiar con ello, escuchar música... Y recuerda que toda temporada tiene un tiempo, tanto lo bueno como lo malo acaba pasando porque nuestra vida no es estática: esa racha de estrés pasará, gestiónalo de la mejor manera posible y no lo pagues con aquellos que nada tienen que ver con ello.
• Si es una situación. Busca cómo cambiarla, baraja opciones y toma una decisión.
Podríamos seguir con una larga lista pero debes analizarte y entender cuál es tu motivo, porque para cada uno será uno distinto y para solucionar un problema se debe llegar hasta lo que lo provoca, ¿cuál es tu motivo? ¿es alguno de estos?
Analiza y toma acción.
3. PONLO EN MANOS DE DIOS.
Para mí esta es la más importante. Es esencial vivir rendido a Dios para vencer lo que te ha mantenido atado tanto tiempo, todo lo que por ti mismo nunca has podido cambiar, sea lo que sea.
No es en tus fuerzas, es en las suyas, y si vuelves a tratar de hacerlo con las tuyas volverás a frustrarte porque uno mismo no puede romper ni liberarse de sus propias cadenas, necesita a quien tiene las llaves de ellas para poder quitárselas de encima, sino no importa cuanto te esfuerces, cuanto lo intentes ni la fuerza con la que luches por zafarte de ellas. Quizás a veces te creas libre porque logres que apreten menos, pero seguirás atado hasta que el que tiene las llaves y puede liberarte, venga y te las quite.
La única forma de cambiar lo que no hemos podido cambiar en años, es entregándoselo a Dios, día tras día.
Ora al levantarte y presenta el día pidiendo por una gestión sabia de las situaciones, calma en momentos de tensión, capacidad para frenarte a tiempo y no decir ni hacer nada de lo que te puedas arrepentir, pedirle ayuda en aquellas cosas que lo precisas… Y sé intencional con ello.
Si esto lo haces todos los días, reconociendo tus fallos y orando porque Dios los pula y te ayude a superarlos, trabajando en pro de ello... Te aseguro que te convertirás una persona nueva. Si tú das un paso, Dios dará los 99 restantes pero, debes dar ese paso. Debes poner de tu parte.
Esfuérzate, Dios está contigo.
Acerca de este Plan
Logra ser un mejor reflejo de Jesús respondiendo con sabiduría y mansedumbre aún en momentos de tensión. «Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y también con ella maldecimos a las personas que han sido creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos, esto no debe ser así. De una misma fuente no brota agua dulce y agua salada» (Santiago 3:9-11).
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Nos gustaría agradecer a Lourdes Oleaje por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://lourdesoleajee.wixsite.com/weseekgod