Perdonando a los que nos hierenMuestra

La belleza del perdón

El perdón bíblico trata directa y específicamente con heridas personales, sin importar cuán profundas o cuán viejas sean. Cuando tratamos con errores del pasado, es muy importante etiquetar esos pecados con precisión. Al hacerlo, identificamos y confesamos el verdadero problema. En las Escrituras, el término "confesar" significa "aceptar" el problema. Cuando confesamos con precisión el pecado, estamos de acuerdo con Dios en la verdadera naturaleza del problema entre nosotros y los demás.

Jacob dio a sus hijos consejos muy sabios; les dijo exactamente qué decir: "Por favor, perdona a tus hermanos por el gran error que cometieron en tu contra—por su pecado al tratarte tan cruelmente." El término "gran error" también puede traducirse como "mal". En el momento de la confesión, podemos tender a minimizar nuestros pecados o los de los demás. El comportamiento de los hermanos de José hacia él fue nada menos que malvado. José sabía de primera mano la profundidad de su depravación. Esa era la carga que sus hermanos arrastraron todos esos años, ¡la carga que les hizo temer de José—y con gran razón! Eran culpables de hacer el mal contra el hombre que ahora era su juez. Sin embargo, cuando confesaron su maldad, ¿respondió José pagándoles con más maldad? ¡No! ¡José lloró! Él vio que los propósitos de Dios también estaban trabajando a través del comportamiento malvado de sus hermanos. Por lo tanto, pudo perdonar y consolar a sus hermanos, y la relación entre ellos fue restaurada.

1 Juan 1: 9 dice: "Pero si confesamos nuestros pecados a Él, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad." ¡Mire la belleza del perdón! El perdón puede alcanzar los males más profundos en nuestro pasado, incluso liberando a las personas de las cargas que han ido arrastrando desde la infancia.