21 maneras de prosperar a los 45Muestra

Rendir cuentas

Necesitaba decírselo a alguien, que otro supiera que estaba a punto de arrancarle la cabeza a un oso de peluche si mi hijo continuaba con el descarado desafío que arruinaba mi día. Era suficiente. Si me lo guardaba, temía que la acumulación, como placa en mis muelas, terminaría en pudrición.

Somos mujeres falibles, tentadas, capaces de hacer travesuras locas. Necesitamos que Jesús nos redima del pecado que nos envuelve. Una estrategia que nos alinea es la rendición de cuentas. Al rendir cuentas, compartimos nuestros tropiezos. Sobrellevamos los unos las cargas de los otros y cumplimos así la ley de Cristo. En una relación simbiótica, somos honestos con nuestras luchas e iluminamos los sentimientos oscuros que se gestan en nuestro interior. Nos comprometemos a orar unos por otros. Validamos lo que necesita ser validado y decimos la verdad a los sentimientos descontrolados.

Dos amigas y yo compartimos los altibajos. Una noche cada una comparte los conflictos en la crianza de nuestros hijos y le pedimos al buen Señor ayuda. Nos animamos mutuamente, tratamos de ser sabias y enviar un texto la próxima vez que pensáramos que perderíamos la cabeza por nuestros hijos. Por simple que parezca, eso fomentó la conexión y la búsqueda de la santidad.

Es fácil aislarnos en nuestra frustración, pero rendir cuentas invita a la vulnerabilidad y la vulnerabilidad a la pertenencia. En la pertenencia damos y recibimos amor. En nuestra rendición de cuentas, vulnerabilidad y pertenencia, florecemos en la plenitud de Dios.