Abrazo DivinoMuestra

“Para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros somos para Él; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por medio de Él existimos nosotros” (1 Cor.8:6)

Toda boda tiene instantes emocionantes que quedan marcados por siempre en el corazón de quienes somos testigos de tan bellos momentos. Pero hay dos instantes que sin duda alguna son los más conmovedores que existen en una boda. El cortejo nupcial, y en este, la entrada de la novia del brazo de su padre marchando juntos hacia el encuentro del amado de la novia y la bendición de Dios impartida por el pastor oficiante.

Y el momento en el que el Padre baila con la novia, un instante muy emotivo cargado de amor, cariño y ternura. Todas las miradas están puestas en ellos, muchos sentimientos encontrados y al mismo tiempo, cientos de recuerdos que pasan a la velocidad de la luz por la mente del padre, al ver a su pequeña niña hecha mujer.

Y de repente en un profundo abrazo, la novia se sumerge entre los brazos de su padre, entendiendo que la quiere tanto, que por amor la deja volar hacia los brazos de su amado en libertad...

Si hay un nombre para Dios que tiene el poder de transformar dramáticamente nuestra vida, es que podamos llamarlo "Padre, Papá, Papito -Abba". Un Padre Celestial que por amor nos abraza y envuelve por medio de Su Espíritu en un romance eterno, ahora y por toda la eternidad.

Jesucristo nos presenta a Dios Padre y de paso cancela toda definición de distancia y demora; Él es Emanuel “Dios con nosotros”. La buena nueva es que Dios es el Padre del novio. Un Padre bueno, cercano y amoroso que se goza en la relación de Su hijo con su novia, la iglesia.

Al igual que la novia se sumerge con total aceptación en los brazos de su padre en el baile nupcial. Nuestro Dios Padre anhela que entendamos que no hay nada que podamos hacer para que Él nos ame más de lo que ya nos ama, y no hay nada que podamos hacer para que nos ame menos, porque Su amor por nosotros no es el resultado de nuestra diligencia tratando de estar cerca de Él, sino más bien el fruto de su iniciativa de amor en Jesucristo por acercarse a nosotros (Jn. 3:16).

Si observas bien, te darás cuenta que nunca fue el miserable estado de la humanidad que movió a Dios a pagar tan impresionante precio por nuestra redención y relación con Jesucristo, fue Su deseo de amor de redimir Su imagen en nosotros que nos presentó a si mismo aceptos en el Amado (Ef.1-1-7).

Dios Padre nos ama porque nos ama. Él disfruta de nosotros porque disfruta de nosotros. Quiere estar con nosotros porque es así, porque es Papá, Papito, Abba.

Permite que el amor de Dios por ti reoriente en este día tus perspectivas y creencias con relación a la forma en que ves a Dios como Padre.

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