No Sé Si DeboMuestra

¿PUEDO O NO PUEDO?

Esta es la pregunta clave para muchos de nosotros cuando intentamos tomar una decisión en la voluntad de Dios. Y es una buena pregunta, pero las respuestas no siempre nos parecen claras.

Son abundantes los textos bíblicos en los que se usa este concepto y en ocasiones, pudieran parecer contradictorios, pero realmente no es así. Depende del contexto y la manera en la que se observa el término:

• Si nos vamos al libro de Ester, por ejemplo, vemos cómo las cosas se hacen de una determinada manera y no de otra en función de si eran lícitas según la ley y los decretos del soberano que gobernaba en el momento, el tirano Asuero.
• Los fariseos interpelan a Jesús múltiples veces sobre lo lícito o ilícito, por ejemplo, en el día de reposo, acerca de los tributos o el divorcio, y Sus respuestas ya empiezan a dejar entrever algunas verdades respecto al espíritu de la letra que ellos (y nosotros) pasaban por alto.
• Pablo, sin embargo, nos dice que todo nos es lícito, y eso nos parece contradictorio, pero no es difícil de comprender si lo vemos como plantearemos a continuación.

En realidad, como “poder”, puedo hacer lo que quiera. Por esa razón es que la pregunta de inicio, aunque parece clara, no es la mejor posible. Es, de hecho, real que hemos sido creados con la opción de elegir hacer lo que queramos, y que es factible hacerlo (al Edén nos remitimos como muestra), pero no es sin consecuencias, positivas o negativas espiritualmente, según el caso.

Atendiendo a esto, la pregunta “¿Puedo o no puedo?” no es una que convenga hacerse de manera aislada, porque la entendemos en modo “posibilidad” sin analizarla como “legitimidad”. Por eso, en los textos de Pablo sobre este asunto, y de manera coherente con otros que hemos considerado ya en el plan (como Eclesiastés 11:9), esta idea de “posible o no” viene acompañada de “conveniente o no” y “esclavizante o no”. Han de tomarse en cuenta múltiples criterios de decisión, y no uno solo.

Cuando me pregunto si puedo hacer algo, demasiadas veces lo que quiero saber es si será sin consecuencias negativas. Quiero saber si habrá bendición o maldición tras esa acción, y según cómo abordemos ese debate interno –que en realidad es con Dios–, así nos decantaremos en un sentido u otro.

Obvia decir que la primera pregunta, entonces, nos está dirigiendo a una segunda: “¿Conviene?”