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Contagiado Por La Alegría

DÍA 1 DE 4

DIOS TE HARÁ REÍR

“Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo” (Génesis 21:6).

El lugar estaba atestado de personas que se empujaban entre sí para ver con ojos propios si era cierto lo que la gente estaba diciendo. El comentario había corrido como pólvora en la ciudad y en los lugares aledaños.¡Una mujer de 91 años ha dado a luz!, decían. La imagen era tierna y asombrosa a la vez. Sara acunando al bebé y a su lado, su esposo Abraham de 100 años con la mirada brillante de un padre orgulloso que no puede evitar suspirar de felicidad. Todos dentro de aquella rústica tienda que le servía a la familia como casa ambulante en su viaje espiritual. Entre tanto ruido se oía gorjear a un bebé cuyo nombre era Isaac y que significa: risa. La promesa encarnada, el deseo cumplido, la oración contestada hacía que todos rieran.

Este suceso en nuestros días hubiera tenido la atención de todos los medios de comunicación. Los Records Guinness hubieran solicitado a Abraham una entrevista y lo harían aparecer por siempre en los anales de la historia como los padres más ancianos del mundo. La foto del patriarca aparecería en las ampulosas portadas de las revistas más famosas. Los noticiarios se harían eco del suceso. En YouTube colgarían videos sobre esto. En las redes sociales proliferaría la nueva sin precedentes. Habría un revuelo enorme y de seguro muchas risas. Risas de complicidad por un milagro que la mayoría ni siquiera entendería.

Sin importar la época, el suceso es el mismo. Una pareja de la tercera edad disfrutando de un gran milagro de Dios. Un milagro que, además, había sido prometido por Dios hacía 27 años. La promesa había llegado a su cumplimiento y aquellos ancianos solo podían sonreír ante la grandeza de Dios, manifestada en el regalo de una vida.

Dios me ha traído a la memoria las palabras de Sara por estos días: “Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo” (Génesis 21:6). Ella sabía lo que testificaba. Hacía casi tres décadas que se había reído también, pero su risa en aquel momento fue de incredulidad. No podía asimilar la palabra profética que le había sido dada. Una matriz seca no podía albergar a un hijo, ese era su pensar. Dios trabajaría con Sara, y le ayudaría a cambiar de opinión.

No tenemos toda la información en Génesis del proceso de Dios para robustecer la fe de Sara, pero sabemos que ella cambió de actitud por lo que dice Hebreos 11:11: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido”. Cuando Sara estuvo preparada para la promesa, entonces recibió su cumplimiento.

La historia de Abraham sigue desconcertándonos hoy, y las palabras de Sara siguen teniendo vigencia, porque todo el que lee el relato tiene indefectiblemente la silueta de una sonrisa en el rostro. Ese efecto hermoso causan los milagros de Dios en las personas. También su experiencia nos deja un ejemplo aleccionador de fe y perseverancia que debemos imitar.

Dios nos ha hecho promesas cuyo cumplimiento nos parece quimérico. Sus planes parecen lejanos y sus dones nos resultan inalcanzables. No obstante, Dios nos ayudará con nuestra fe. Él robustecerá nuestra confianza y nos asistirá en ese ineludible proceso de crecimiento cristiano al que todos estamos llamados. Entonces sus promesas se cumplirán y la gente vendrá para ver lo que ha ocurrido. Ahí estaremos nosotros, acunando el milagro y sonriendo. Y nuestra risa testificará al mundo entero sobre el Dios todopoderoso al cual servimos. Entonces otros también reirán ante lo milagroso y extraordinario de Dios, y ello le servirá por señal para salvación. Mientras espero ese milagro te escribo, mientras anhelo esa promesa confecciono estas letras que me sirven de acicate para seguir confiando. Dios te hará reír, por tanto: “Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová” (Salmo 27:14).

“Dios golpea sin cesar a las puertas de nuestro corazón. Siempre está deseoso de entrar; si no penetra, la culpa es nuestra” (Ambrosio).

(Tomado del libro: Lecturas para Peregrinos, de Osmany Cruz Ferrer).

Día 2

Acerca de este Plan

Contagiado Por La Alegría

La alegría no efímera, que perdura a pesar de los obstáculos de la vida, es un don de Dios. El Señor otorga un gozo que nadie puede dar, a aquellos que creen en Él y cuyas vidas están ancladas en Su Palabra. Nuestra identidad es gozosa y por eso podemos vivir en un permanente contagio con la alegría. Recibiendo y esparciendo ese gozo, para la gloria de Dios.

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Nos gustaría agradecer a Como Jesús por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.instagram.com/osmanycruz/?hl=es