No Estás LejosMuestra

Un día, un muchacho rico le preguntó a Jesús sobre el requisito para heredar la vida eterna. Cuando Jesús le dijo sobre los mandamientos de Dios, el muchacho le dijo que desde pequeño había obedecido cada uno de ellos. Entonces, Jesús le dijo: “Anda y vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme”.

La mejor manera de entender este encuentro con Jesús es tomándolo muy literalmente. Jesús no estaba hablando contigo o conmigo. Estaba hablando con un hombre rico en el primer siglo. Le estaba ofreciendo la oportunidad de su vida, una invitación que no está disponible ni para ti ni para mí.

Lo estaba invitando a liquidar literalmente todo y unirse a la caravana que se dirigía a Jerusalén. Le estaba ofreciendo un lugar en el equipo, un equipo que había dejado todo para seguir a Jesús. Al final, eligió sus cosas por encima de tener un lugar en la historia. Eligió mal. Al final, perdió ambos.

Pero nosotros no estamos fuera de peligro.

Nosotros también estamos invitados a seguir a Jesús. De vez en cuando, se nos pedirá que renunciemos o regalemos algo preciado. En esos momentos, seríamos sabios si recordamos que aquello a lo que nos aferramos, lo perderemos al final. Pero si elegimos darlo, dejarlo o hacerlo a un lado, al final recibiremos algo mejor a cambio. Si no, como el hombre de la historia, lo perderemos todo.