¿Fuerza De Voluntad, O Fuerza en Su Voluntad?Muestra
Hacer no lo es todo.
Los cristianos podemos ser, con facilidad, unos increíbles activistas. Incluso sirviendo al Señor y a Su iglesia es fácil torcernos y terminar llevando a cabo nuestra agenda, pero no necesariamente la Suya, ¡y sin ni siquiera darnos cuenta!
Jesús advirtió acerca de tanto que se hace en Su nombre con una apariencia de piedad pero que, sin embargo, no tiene que ver con Dios. Y no me refiero a que tengamos que “acertar” qué quiere y, si no, estamos condenados –¡pobres de nosotros, si se tratara de acertar!–.
No es eso lo que Dios nos pide. Lo que nos manda es que hagamos la voluntad del Padre, y eso requiere una cosa: OBEDIENCIA. Para obedecer hemos de conocer Su carácter, Su voz, estar dispuestos a hacer las cosas a Su manera (que no suele coincidir con la nuestra), y a esperar el fruto en Sus tiempos, no en los nuestros.
Demasiadas veces nuestras obras están llenas de nosotros, pero no de Dios, repletas de nuestras fuerzas, pero no de las Suyas. Satanás, por cierto, también es tremendamente hiperactivo:
- En el libro de Job (1:7) nos sorprende esa respuesta del Enemigo a Dios cuando le pregunta de dónde viene, y él contesta “De rodear la tierra y de andar por ella”.
- La propia imagen que nos muestra 1ª Pedro 5:8 de un león rugiente alrededor nuestro buscando a quién devorar es suficientemente evocadora de cuán grande y sin descanso es la actividad de quien nos acecha.
Así las cosas, no parece que la actividad, per se , sea garantía de estar en la voluntad correcta, ¿verdad?
El querer y el hacer que vienen de nosotros mismos o incitados por el Enemigo, nos mueven hacia acciones desalineadas con los propósitos de Dios. Incluso acercándonos a lo que Él desea, erraríamos al blanco al depender de nosotros, porque Él no quiere lo que podamos hacer con nuestras manos sin Él, sino lo que puede acometerse con ellas puestas bajo el control de las Suyas.
Si te sucede como a mí, me acuerdo de ese sometimiento demasiado tarde, cuando ya he obrado por mi cuenta. A veces, incluso, he podido justificar mi acción desde el servicio que le presto, o incluso con la Biblia en la mano, pero sin Él.
Nos debemos entonces, en primera y última instancia, a Su voluntad. ¡Que Él nos ayude a buscarla de forma prioritaria!
Escritura
Acerca de este Plan
Si con algo hemos luchado todos alguna vez es con nosotros mismos por nuestra escasa fuerza de voluntad. ¿Podemos creer realmente en este concepto? ¿O más bien la Palabra nos arroja luz en otra dirección, en la de nuestra incapacidad por nosotros mismos, pero en un tremendo fortalecimiento y posibilidades cuando partimos de SU voluntad? Explorémoslo juntos en este plan a través de varios pasajes de las Escrituras.
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.lidiamartin.com/