¿Fuerza De Voluntad, O Fuerza en Su Voluntad?Muestra

Pedir, buscar, llamar.

¿No te pasa a menudo que te lamentas por no tener ciertas cosas, no hallar respuestas, o que no se abren las puertas que estás necesitando? Si te pasa como a mí, el texto de hoy llega como una especie de “bofetón” que me despierta a esta realidad: no recibo porque no pido, no encuentro porque no busco, y no se me abre porque no llamo.

Si bajo Su acción es que se producen las mejores y mayores cosas, si aparenta ser tan fácil ¿por qué nos cuesta tanto, entonces? ¿Quizá creemos demasiado en nuestra fuerza de voluntad, y pensamos que no lo necesitamos?

Vivimos en la época de los resultados, del éxito, de la obsesión por llegar a destino, pero lo queremos sin el recorrido previo. Las cosas que realmente merecen la pena requieren procesos, inversión y dedicación, pero no en forma de fuerza de voluntad, como creemos, sino de dependencia y espera en el Señor.

Ninguno de estos son gestos pasivos. La vida cristiana nunca lo es. Incluso en los tiempos en los que parece que no sucede nada, bajo Su acción están ocurriendo cosas increíbles. Nos parece casi magia, pero no lo es. Se trata de Su voluntad y sabiduría, que hacen que la semilla crezca mientras el labrador descansa... pero primero ha habido que sembrarla y ahí aparece, de nuevo, ese increíble baile del que hablábamos (Marcos 4:26-29).

Sospecho que demasiadas veces, al menos en mi propia vida, no pido, busco ni llamo, por varias razones:

• La primera de ellas es mi autosuficiencia: creo que puedo por mi cuenta, y lo intento desde mis fuerzas.
• La segunda es que, desde la honestidad, lo que pido y busco no encaja precisamente con Sus propósitos, de manera que eso me vuelve a colocar en el camino de mi voluntad, y no de la Suya. Estrepitoso error.
• La tercera razón es que demasiadas veces creo que lo que Él me dará, Sus respuestas, o las puertas que Él abra, no serán las mejores para mí. Sabiduría desde mi propia opinión, en definitiva, devaluando la Suya. Me cuesta entender y retener que Su voluntad es siempre buena, agradable y perfecta, porque no aplica según mi expectativa aquí y ahora (Romanos 12:2)

¿Y si abandonamos nuestra fuerza de voluntad para entregarnos a la Suya? ¿Imaginamos siquiera lo que eso puede traer? Gracia... respuestas... puertas abiertas.