Firmes Y ConstantesMuestra
Jesús te estaba esperando. Así es, el creador del universo, el que diseñó cada estrella y las conoce a todas (¡a todas!) por su nombre. Ese gran y maravilloso Jesús, se sienta con paciencia a esperar por ti.
“Yo estoy a la puerta y llamo” nos dice. Él nunca entra por la fuerza, no es su estilo. Pero eso no significa que no lo desee, que no lo espere, que no lo haya planificado ya.
Cuando en 1a de Corintios 13 se nos describe cómo es el amor, podemos entender, cómo es Jesús. Hace mucho tiempo alguien me dijo que si sustituía la palabra amor por el nombre de Jesús, seguía teniendo sentido, o quizás adquiría uno más profundo. Porque Jesús “todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, Jesús nunca deja de ser.”
Esta reflexión me lleva de nuevo a esas palabras que nos dejó en Apocalipsis: “Yo estoy a la puerta y llamo”. Sólo Él, sólo un amor así, sólo el verdadero y genuino, el amor original (el que siempre ha existido) podría esperar por alguien tan insignificante como tú o como yo.
Pero mira lo que dice después: “Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos.”
Dirige la responsabilidad al lector, al oyente, de oír su voz (acto voluntario) y de abrir la puerta (acción directa).
Si dejo de lado, por un momento, esa esencia de Jesús que es el amor, no puedo entender, imaginar ni explicar cómo alguien tan perfecto, grande y poderoso puede dejar en mis manos, a mi elección, algo tan asombroso, de una importancia vital, de hecho. Y ahí está el punto. No puedo dejar de lado la esencia de amor, porque es por medio de ese amor que puedo entender todo lo que Jesús hace y dice. Por eso lo hace, por eso tenemos elección.
Dios no quiere esclavos, quiere hijos. Y aunque no se explica cómo alguien podría resistirse a Él, muchas veces lo hacemos. ¿Por qué?
Una de las claves se encuentra en ese mismo capítulo 3 de Apocalipsis, donde se habla directamente a la iglesia, a los creyentes, a los hijos. A ti y a mí.
Nos advierte acerca del corazón tibio, el que no se decide, el que no se determina de una vez por todas. Describe fielmente el corazón de muchos de nosotros, de toda una generación que no se compromete con Cristo y su reino. Pero la cosa no queda ahí, porque como un padre amoroso, como un buen amigo, como un hermano mayor responsable, nos corrige, precisamente porque nos ama, y después nos recuerda que sigue esperando por nosotros, llamando a la puerta.
¿Le abrirás la puerta de tu corazón, de tu voluntad, a Jesús hoy? ¿O seguirás siendo tibio?
Acerca de este Plan
Firmes y Constantes es un devocional de la Iglesia Rey de Reyes. A lo largo de estos 7 días, podrás descubrir las claves para un crecimiento espiritual efectivo. La evidencia de una vida espiritualmente sana, es el crecimiento que se observa en ella, cuando no lo hay, se debe buscar la causa, y sanar el problema.
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Nos gustaría agradecer a la Iglesia Rey de Reyes por brindar este plan. Para mayor información por favor visite: http://reydereyesad.org