La Verdadera Virtud: Centrarse en lo que más importaMuestra

La Virtud de Exhibición 

La Virtud de Exhibición es un concepto popular que creció en redes sociales, noticias y conversaciones casuales. Pero en verdad, no es algo nuevo. Entonces, ¿qué es? Básicamente, se trata de una expresión negativa que se utiliza sobre todo para denunciar a las personas que parecen preocuparse por su imagen en público sin tener los motivos correctos en privado. 

En la Escritura, podemos ver a varias personas aparentando ser justas por fuera mientras son orgullosas por dentro. De hecho, los fariseos eran un ejemplo de la virtud de exhibición. 

Recapitulemos. Los fariseos eran líderes religiosos que eran estrictos en la observancia de la Ley dada en el Antiguo Testamento. De hecho, eran tan estrictos en no querer quebrantar ninguna ley, que inventaron nuevas leyes-y querían que todo el mundo lo supiera. 

En Lucas 20, vemos que oraban en público mientras en privado engañaban a viudas para quitarles sus casas. ¡Eso es virtud de exhibición! 

Estaban tan atrapados siguiendo la Ley que no pudieron ver lo que tenían enfrente de sus ojos: un Salvador ofreciéndoles verdad y gracia.

Jesús estaba al tanto de ese teatro religioso y de esa virtud de exhibición y no estaba contento. En Mateo 23 dice: 

“Todo lo que hacen [los fariseos] es para aparentar  … En los brazos se ponen anchas cajas de oración con versículos de la Escritura, y usan túnicas con borlas muy largas. ¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues son como tumbas blanqueadas: hermosas por fuera, pero llenas de huesos de muertos y de toda clase de impurezas por dentro. Por fuera parecen personas rectas, pero por dentro, el corazón está lleno de hipocresía y desenfreno”. Mateo 23:5, 27-28 NTV

Ahora, es fácil señalar a los fariseos y condenarlos. Pero mejor deberíamos mirar nuestro interior y averiguar si nosotros mismos no estamos actuando o pensando como los fariseos.

De hecho, tomemos un segundo para evaluar nuestras motivaciones: 

• ¿Te preocupa más lo que otros piensan o dicen de ti que lo que la Escritura dice de ti? 

• ¿ Alguna vez has publicado algo en las redes sociales para “demostrar” lo religioso que eres? 

• ¿Piensas a veces que eres mejor que los demás por tu racha en la aplicación de la Biblia, por la frecuencia con que sirves a los demás o por lo mucho que das? 

• ¿Realizas a veces buenas acciones por el hecho de recibir recompensa o reconocimiento en vez de un deseo genuino de representar a Cristo? 

• ¿Alguna vez has criticado a alguien porque no confiabas en sus motivaciones? 

Ay. 

Todos hemos caído en esto en algún punto de nuestras vidas. Muchos de nosotros queremos ser reconocidos por ser un buen líder, un buen ejemplo, un buen cristiano o solo una buena persona. Eso no sería intrínsecamente incorrecto si es que nuestros motivos para hacer el bien fueran 100 por ciento puros. Sinceramente, es poco probable que nuestros motivos sean completamente puros. 

No obstante, cuando nos enfocamos más en lo que los otros piensan en vez de lo que piensa Dios, podemos caer rápidamente en la trampa de la virtud de exhibición, gastando más energía tratando de convencer a otros de que estamos haciendo las cosas bien en vez de hacerlas bien por el motivo correcto.

En los próximos días, descubriremos cómo escapar de la trampa de la virtud de exhibición y, en su lugar, empezar a vivir las verdaderas virtudes a las que Jesús nos llama. 

Ora: Dios, reconozco que a veces hay momentos donde mi fariseo interior sale a la superficie. Muéstrame cualquier motivo incorrecto que yo pueda tener y cámbialo por el correcto. Ayúdame a aceptar Tu gracia, misericordia y amor. Guíame, mientras busco la verdadera virtud a la que Tú me has llamado. En el nombre de Jesús, amén.