La vida profundamente formadaMuestra

“Examen interior”

La examinación interior es un estilo de vida que toma en cuenta las realidades de nuestro mundo interior para fomentar nuestro propio florecimiento y responder al llamado de amar bien. 

Gran parte de la vida moderna se opone a este tipo de vida. Muchos de nuestros días están estratégicamente y de manera subconsciente diseñados para evitar mirar bajo la superficie. A menudo pertenecemos a comunidades de iglesias que refuerzan la falta de introspección. Usamos a Dios para huir de Dios, y usamos a Dios para huir de nosotros mismos.

En el Salmo 139, vemos el corazón de una persona que es un modelo de examen interior profundamente formado: David. Los primeros catorce versículos del salmo tratan del conocimiento que Dios tiene de la humanidad y de David en particular. Pero al final del salmo, se tiene la sensación de que David era muy consciente de que, aunque Dios lo sabía todo sobre él, David no sabía todo sobre sí mismo. Así que en palabras de interioridad y confesión, escribió: 

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; 

Pruébame y conoce mis pensamientos; 

Y ve si hay en mí camino de perversidad, 

Y guíame en el camino eterno. (versículos 23–24) 

La mayoría de nosotros queremos tener conciencia de Dios. Pero además necesitamos conciencia de nosotros mismos. David afirmó que Dios lo sabe todo, entonces pidió revelación no de Dios, sino de sí mismo. La disposición del corazón de David era ir más allá de la superficie. 

En los devocionales anteriores, he destacado la importancia de escuchar. La manera contemplativa consiste en escuchar profundamente a Dios. La vía de la reconciliación implica escucharnos profundamente los unos a los otros. El camino del examen interior consiste en escucharnos profundamente a nosotros mismos. 

Cuando consideramos los Salmos y otros textos bíblicos como modelos de examen interior, empezamos a ver la prioridad que se da al acceso y la integración del mundo interior. Pero lleva trabajo. David, en el Salmo 139, hizo con eficacia tres cosas que se nos invita a seguir. Dedicó tiempo a su examen interior, se integró lo suficiente como para entregar su mundo interior a Dios y tuvo el valor de enfrentarse a sí mismo. ¿Y nosotros?

Pregúntate a ti mismo: Hoy, ¿por qué estoy enfadado? ¿Por qué estoy triste? ¿Ansioso? ¿Por qué estoy contento? Deja que esta percepción de ti mismo te lleve a la oración.