El valor de la planificaciónMuestra

Planificar requiere definir metas concretas y planes de acción detallados

Una expresión concreta y operativa de la planeación son las metas. Las metas reflejan los planes e intenciones de la persona u organización de cara al futuro. 

La meta es un objetivo, propósito o sentido de dirección hacia el cual se dirigen las acciones. Una meta involucra el esfuerzo organizado y planificado de lo que quieres alcanzar en la vida. 

Ahora, para que las metas sean un instrumento efectivo de planificación, éstas deben cumplir con algunas condiciones, expresadas en el acróstico REALM:

Relevantes para la vida y futuro de la persona u organización.

Específicas en sus detalles.

Alcanzables en su aspiración.

Limitadas en el tiempo.

Medibles en sus resultados.

Planificar demanda establecer planes de acción

La versión LBAD traduce Proverbios 24:3-4: «Toda empresa tiene por fundamento planes sensatos, se fortalece mediante el sentido común, y prospera manteniéndose al día en todo.» 

La visión necesita ser estructurada en metas, y las metas deben ser operacionalizadas a través de planes de acción. «Planear consiste en decidir con anticipación lo que hay que hacer, quién tiene que hacerlo, cuándo hay que hacerlo y cómo deberá hacerse.» Sin planes de acción las metas se convierten en aspiraciones poco realistas.

Una de las cosas que me gusta de la vida de Nehemías es su capacidad para planificar. Cuando se enteró del estado de Jerusalén y sus habitantes, no salió corriendo a hacer algo. Estuvo 4 meses meditando y planeando qué hacer, qué recursos requería, con quién hacer el trabajo de reconstrucción. Por eso cuando el rey le preguntó qué necesitaba, no le cogió desprevenido, porque tenía un objetivo claro y un plan detallado de acción (Nehemías 2:1-8). Su planificación le aportó efectividad en la ejecución. Por eso construyó las murallas en el tiempo récord de 52 días.