Adicto A Estar Ocupado: Recuperación Para El Alma AceleradaMuestra

El paso de Jesús es rítmico

Vemos a Jesús retirarse para procesar noticias trágicas, como cuando escucha que su amigo Juan el Bautista ha muerto. Se retira para tomar decisiones importantes, tales como a qué hombres llamar para que lo sigan. Se retira simplemente para poder orar. Se retira para disfrutar de tiempo con sus compañeros más cercanos. Se retira como un medio de enseñar a Sus discípulos el valor incomparable del descanso. No espera hasta que Su misión sea consumada. No espera hasta que alguien autorice unos cuantos días libres para Él. Ni siquiera espera a que inicie oficialmente un "sábado". Cuando siente que es tiempo de retirarse, simplemente se retira.

“Jesús obedecía a un ritmo más profundo”, escribió Wayne Muller. Absolutamente, Él hace exactamente eso: involucrarse, involucrarse, involucrarse, retirarse… involucrarse, involucrarse, involucrarse retirarse.

Rítmico—así es como Jesús vivía—.

Así es como somos invitados a vivir también.

Somos invitados a trabajar duro y retirarnos frecuentemente, y confiar que cualquier cosa que se nos escape mientras nos retiramos será abordada durante nuestro próximo periodo de trabajo duro. El universo realmente seguirá girando, como te he prometido. Aún en nuestra ausencia, sigue dando vuelta.

Yo mismo no estoy del todo convencido de que esto sea cierto, ¿comprendes? Te darías cuenta de esto si me observaras durante unos días. Pero personas confiables que conozco dicen que es así, incluyendo el Senador Joe Lieberman, un tipo que del que no se esperaría que escribiera un libro sobre el descanso sagrado. Y, sin embargo, lo hizo. En él, escribió: "ninguno de nosotros necesita trabajar cada día de la semana. Muchas personas piensan que son perpetuamente indispensables —para sus familias, para sus compañeros de trabajo, tal vez incluso para el mundo—. Si no voy a trabajar, mi carrera estará arruinada. Si no voy de compras, mi familia se morirá de hambre. Si no voy al gimnasio, mi cuerpo se atrofiará".

Ahí está ese desagradable miedo de nuevo, que si no mantenemos todos los platos girando, podrían estrellarse contra el suelo. Y, oh, el lío que eso armaría. Secretamente, tememos que si no seguimos haciendo lo que siempre hemos hecho, toda la vida se derrumbará. Todos pensamos que esto es cierto.

En nuestros mejores y más brillantes momentos, vemos que, por supuesto, este no es el caso. Vemos que no somos la suma de nuestros platos giratorios. Vemos que desesperadamente necesitamos descansar.