Dios, ¿dónde estás? Con John BevereMuestra

Victoria en el desierto

La naturaleza es un lugar que visitamos, no nuestro destino final. Si se maneja correctamente, experimentará la victoria en el desierto.

Como pastor de jóvenes a fines de la década de 1980, había estado en mi desierto drenado por la pasión por lo que me pareció demasiado tiempo. Empezaba a preguntarme si algún cambio se produciría en mi lucha.

Poco antes de que comenzaran los problemas con mi jefe directo (quien trataría de desacreditarme y despedirme) y mientras estaba en oración un día, el Espíritu de Dios me reveló que se avecinaba un cambio. “Serás removido de ser pastor de jóvenes”, dijo, “y te enviaré a iglesias y ciudades desde la costa este hasta la costa oeste de América; desde la frontera canadiense hasta la frontera mexicana; a Alaska y Hawái. . .”

Le dije a Lisa lo que había escuchado del Espíritu y los dos reflexionamos sobre todo esto en nuestros corazones. No lo compartimos con nadie más (a excepción de un pastor en un estado diferente). Dios había dicho que lo haría, y yo sabía que si realmente era Él quien hablaba, no tendría que “ayudarlo” a lograr este sueño.

Pero no sucedió al día siguiente, ¡ni siquiera esa semana! De hecho, pasaron varios meses. Entonces, un día, mi pastor entró a una reunión y dijo que el Señor le había mostrado que uno de sus pastores (éramos once en el personal) pronto viajaría a tiempo completo y ya no serviría en el personal de nuestra iglesia. “John Bevere, ese hombre eres tú”, dijo.

Pasó más tiempo, seis meses, para ser exactos, de superar una intensa experiencia en el desierto. Luego, en un período de solo tres semanas, recibí siete invitaciones para predicar: una estaba a una hora de la frontera con Canadá, otra estaba en la costa este de Florida, otra estaba a una hora del Océano Pacífico y una estaba en la costa mexicana. ¡borde! Entré a la oficina de mi pastor para preguntarle qué hacer con ellos. Se rió y dijo: “Jhon, te dije que el Señor me había mostrado esto; parece que ha llegado tu hora.”

Poco tiempo después, en enero de 1990, el pastor nos impuso las manos a Lisa ya mí durante un servicio de dedicación, ¡y hemos estado viajando a tiempo completo desde entonces! Es seguro decir que hemos visto mucho (y no puedo dejar de enfatizar la palabra "mucho") más frutos manifestados al esperar el tiempo de Dios que si nos hubiéramos lanzado años antes, cuando pensé que estaba listo.

Anhelo ver los mismos resultados para ti en tu llamado de vida. Confía en Dios a través del proceso. ¡Se viene la promoción!

¿Disfrutaste este plan de lectura? Te animo a continuar en tu viaje consultando mi libro Dios, ¿dónde estás?