La importancia del discipulado en el ReinoMuestra
Tarea de entrenamiento y proyecto para formar sucesores
Esta tarea consiste en entrenamiento, y no en una actividad de entretenimiento. Sin discusión alguna, Jesús fue un reclutador por excelencia. Entre sus discípulos se encontraban personas de todos los estratos de la sociedad de su tiempo. Lo vemos al principio de su ministerio cuando recluta a un grupo de pescadores; luego dos parejas de hermanos que posteriormente formaron parte del grupo de los doce apóstoles.
El Señor llama a los suyos al servicio, puesto que el llamamiento para la salvación y el discipulado tiene su origen en Dios. Pero también debemos decir que es nuestra responsabilidad evangelizar y discipular a los que no conocen a Cristo, al mismo tiempo que nosotros mismos estamos y seguimos en el proceso de perfeccionamiento para edificar a los santos.
El Señor nos llama al discipulado, pero es necesario que alguien nos involucre, nos capacite y nos motive en el servicio. Una de las características del verdadero discípulo de Cristo es que se multiplica, es decir, que también es un maestro. Un discípulo desarrolla a otros discípulos para que éstos a su vez puedan desarrollar a otros. Hacer discípulos que se multipliquen es la única manera de cumplir efectivamente la «gran comisión».
Formar vidas lleva tiempo, y solo es posible hacerlo cuando maestro y discípulo comparten el proceso de esta misión divina. La mera transmisión verbal de enseñanzas no es suficiente, ya que se convertiría en un simple programa eclesiástico. Vemos en los evangelios con absoluta claridad cómo Jesús estuvo dispuesto a invertir tiempo y energía en la formación de la vida de sus discípulos.
De la misma forma, Pablo consideró que presentar a todo creyente maduro y perfeccionado en Cristo no es un asunto accidental, ni una actividad ocasional; es un trabajo intencional y arduo que establece una dinámica de compromiso mutuo.
Esta tarea es un proyecto para formar sucesores; no es un plan para buscar seguidores. Como hacedor de discípulos, Jesús no se conformaba con que sus discípulos escucharan atentamente sus enseñanzas; esperaba de ellos vidas transformadas y fructíferas, ya que para eso los había elegido. El propósito era claro: Mi padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.
Lo cierto es que para que estos frutos se produjeran y permanecieran, la relación entre discípulo y maestro debía ser tan profunda como la del pámpano y la vid. Por eso, el texto nos marca bien dos elementos: los frutos y la comunión permanente. Ambos son esenciales en el discipulado.
Debemos reconocer que nos cuesta mantener el equilibrio de esta ecuación. Cuando enfatizamos los frutos, trabajando con persistencia para tener vidas y ministerios fructíferos, lo hacemos a costa de la comunión. Algunos consideran que mantener una relación personal es perder el tiempo. Las urgencias son otras.
Escritura
Acerca de este Plan
Desde el punto de vista del Reino, el discipulado es trascendental para redimir los tiempos malos. Definir qué es y qué no es, es una tarea enorme, que de manera muy práctica analiza este devocional. Jesús, para cumplir su misión no siguió el modelo de un gerente empresarial mostrando acumulación de poder, una espiritualidad superficial y un liderazgo faraónico. Él escogió invertir en el camino del discipulado.
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