La Unión De Dos AlmasMuestra

El Sexo es Santo

La libertad del lecho matrimonial se ve aquí como una correlación de, por ejemplo, entrar al Lugar Santísimo después de haber tenido prohibido su acceso por tanto tiempo.

No quiero exagerarlo. Esta es una analogía, no una ecuación. No obstante, es una buena analogía bíblica. Estaba ocurriendo algo santo entre el esposo y la esposa. Era sagrado, especial, único.

«Santo» a menudo se ha definido como «separado para un uso especial». El sexo ciertamente se ajusta a esa descripción. No es para todos. Se reserva para uso especial en el matrimonio. El sexo es santo.

Desde un punto de vista físico, la pasaron muy bien, por supuesto, pero había algo detrás de su deseo de tocarla que era más que la testosterona o el deseo de un orgasmo. Como escribió C. S. Lewis: «Los placeres son rayos de gloria, pues tocan nuestra sensibilidad […]. Haz de cada placer un canal de adoración». Hablaba de la necesidad del cristiano de llevar todos los placeres terrenales hasta su origen en el Dios dador de todo lo bueno (ver Santiago 1:17), para que Él pueda recibir la gloria.

Y es por eso que el sexo es santo; tiene el propósito de recordarnos al Dios que nos lo dio, que se regocija en unión a Su pueblo. No necesitamos espiritualizar demasiado el sexo para verlo de esta manera; solo debemos enfocarlo de la manera en que la Biblia lo ordenó y estar agradecidos por ello. Ver el sexo como algo santo también nos ayudará a amar más a nuestros cónyuges. Gary Thomas escribió:

«Sin duda, el sexo tiene que ver con el contacto físico, pero se trata de mucho más que eso. Se trata de lo que está sucediendo dentro de nosotros. Desarrollar una vida sexual satisfactoria significa que me preocupo más por llevar generosidad y servicio a la cama que por llevar un cuerpo musculoso. Significa que veo a mi esposa como un templo santo de Dios, no solo como un cuerpo humano tentador. Incluso significa que el sexo se convierte en una forma de oración física, una imagen de intimidad celestial que compite con la shekiná de la gloria de la antigüedad».

* ¿Alguna vez has considerado el cuerpo de tu cónyuge como un templo santo de Dios? ¿Adoras y agradeces a Dios en el sexo?