Siete claves para la plenitud emocionalMuestra

Clave 5: Compártelo con los demás

Mucho autoanálisis sobre tus problemas y debilidades puede hacer que se fortalezcan en ti. Si alguna vez has tenido una uña o un vello incrustado, sabes cómo una pequeña parte del cuerpo incrustada en tu cuerpo puede causar dolor. Este mismo principio se aplica a tu vida espiritual y emocional. Puedes incrustarte en ti mismo y con el tiempo hacerte daño con la excusa de conocerte mejor o de solucionar tus problemas. 

Mirar hacia el exterior y dar a los demás es la mejor medicina para muchas dificultades emocionales. Puedes decir, “pero yo no tengo nada que dar”. Cada persona tiene algo que dar, incluso si es solo una sonrisa, una palabra amable o una palmadita en el hombro en momentos de necesidad. A veces solo tu presencia puede ser un regalo para alguien, en especial para quienes están solos, afligidos, o que sufren de una enfermedad prolongada. Las personas felices que conozco son aquellas que tienen corazones limpios y dan generosamente a los demás. Estas personas están totalmente seguras del amor de Dios. Da sin esperar nada a cambio. Dios verá tu corazón y lo que haces... y Él te recompensará en consequencia. Confía en Él para que cuide de ti.

Al dar libre y generosamente, te abres a ti mismo. Esta postura abierta ante Dios y ante los demás es importante para la salud emocional. Sólo cuando te abres aprendes a confiar, y ser capaz de confiar es vital para tu capacidad de recibir el perdón y la sanación de Dios, y para creer que Dios suplirá todas tus necesidades.

“Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8).