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Attitude

DÍA 4 DE 7

Desafiando la envidia

¿Por qué envidiamos la felicidad o los bienes de los demás? Porque somos orgullosos; ¡deberíamos alegrarnos en ser los únicos poseedores de talentos, riquezas o la estima y el amor de todo el mundo!—Saint John Vianney

¿Cambias tu actitud cuando ciertas personas aparecen? Nuestras actitudes están influenciadas por nuestros pensamientos y sentimientos sobre las cosas y las personas, así que tiene sentido que algunas personas puedan entusiasmarnos más que otras. En lugar de enfocarnos en las bendiciones de Dios en nuestras vidas, vemos lo que Dios ha hecho por alguien más y decimos, “desearía ser yo”. Ese es el sentimiento de envidia.

La envidia es el deseo de tener lo que alguien más tiene, y puede llevarnos a peligrosos cambios de actitud, incluyendo el resentimiento.

La envidia es el tema de una de las parábolas más conocidas de Jesús: la parábola del hijo pródigo. En esta historia, un joven está ansioso de recibir la riqueza de su padre y le pide su herencia tempranamente. En nuestra cultura actual, tal solicitud hubiese expresado su deseo de que su padre ya hubiese muerto. La envidia puede llevar a esta clase de comportamiento, viendo a las personas como un poco más que sus posesiones y éxito.

El hijo despilfarró la riqueza que él envidiaba por vivir una vida más allá de sus posibilidades. Cuando se dio cuenta que había tocado fondo y que estaría mejor como un esclavo en la casa de su padre, aunque derrotado, decidió regresar. Pero la historia de Jesús contiene un giro, en lugar de rechazar a su hijo, el padre corre hacia él para abrazarlo, haciendo una lujosa fiesta para darle la bienvenida al hogar.

Sin embargo, la envidia no ha terminado. El joven tenía un hermano mayor que vio toda esta escena. El hermano mayor, profundamente resentido, le reclama a su padre por la gracia manifestada a su hermano, perdiéndose toda la fiesta. Cuando permitimos que la envidia influya en nuestra visión de los demás, podemos, inconscientemente, bloquear nuestra visión de la abundancia de la gracia de nuestro Padre celestial.

Pero la gracia es suficiente. Cuando nos enfrentemos a un sentimiento de envidia, no debemos permitir que influencie nuestras actitudes. El padre en la historia de Jesús dejó que la gracia y la abundancia moldearan su actitud hacia su hijo, y nosotros podemos hacer lo mismo, sin importar a quien nos cueste amar. Nuestro Padre celestial nos ama a nosotros y a la persona que envidiamos con el mismo amor abundante. ¿Cómo desafiamos la envidia? Al recibir y manifestar gracia.

¿A quién le manifestarás gracia esta semana? ¿De qué formas necesitas recibir gracia?

Ora: Amado Dios, gracias porque tus bendiciones son para todos. Si hay envidia en mi corazón, por favor, ayúdame a rendirla a ti. Ayúdame a amarte todavía más debido a tu corazón presto a bendecir, en lugar de criticar tu bondad hacia los demás. Permíteme estar más consciente de tu profunda gracia para mí y encontrar satisfacción en ella. En el nombre de Jesús, amén.

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Acerca de este Plan

Attitude

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Queremos agradecer a Life.Church por proveer este Plan. Para más información, por favor visite: https://www.life.church/