Principios de vidaMuestra

Las experiencias del valle en nuestras vidas

Principio de vida 29: Aprendemos más en nuestras experiencias de valle que en nuestras cimas de la montaña.

La adversidad, la angustia, las pruebas, las tribulaciones y los sinsabores funcionan como lecciones en la escuela de la experiencia. Nos llevan a un lugar de nueva percepción y comprensión. Pueden alterar nuestra percepción del mundo, nuestra visión de Dios y llevarnos a cambiar nuestro comportamiento. El Señor, por supuesto, es el Maestro por excelencia. Es a Él a quien debemos buscar el significado de cualquier lección relacionada con la adversidad.

Dios permite la adversidad por al menos tres razones:

1. Para obtener nuestra atención

El Señor usa una amplia variedad de métodos para ganar nuestra atención cuando es necesario—y la adversidad es uno de ellos. No te demores en responder al Señor cuando se mueva para llamar su atención. Responde rápida y humildemente. Escucha lo que Él tiene que decirte.

2. Para examinarnos

A veces, Dios permite que la adversidad nos motive al auto examen. Los vientos de la adversidad disipan los problemas superficiales y nos obligan a hacer frente a las cosas a un nivel más profundo. Nada tiene la capacidad de acercarnos más a Dios que la tribulación. Elimina la capa de negación y revela quiénes somos realmente, así como lo que creemos acerca de Dios, Su deidad y fidelidad.

Pablo animó a los corintios, “Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa”. (1 Cor. 11:28). En otras palabras, ”Echa una mirada directa hacia el interior y descubre lo que te impulsa, motiva y seduce”. Si es cualquier cosa menos Dios, entonces no está bien. Él necesita ser tu factor de motivación en cada aspecto de la vida.

3. Para cambiar el comportamiento

No es suficiente que Dios desee llamar nuestra atención o animarnos a echar un vistazo sincero a nuestras vidas. También debemos permitir que Su Espíritu tenga libre acceso a cada área. A menos que cambiemos nuestra respuesta y comportamiento, nunca nos beneficiaremos de la adversidad o creceremos como resultado de ella. Dios provee un desafío, y tenemos la oportunidad de obedecerlo o desobedecerlo. La elección es nuestra y las consecuencias que vienen nos pertenecen también.

Si estás dispuesto a permitir que Dios saque a la superficie la basura interior de tu vida—y si estás dispuesto a cambiar lo que necesita ser cambiado—saldrás de la adversidad más cerca de Cristo, más maduro como hijo suyo y con un potencial mucho mayor para reflejar el amor de Dios al mundo que te rodea.