EZEQUIEL 16:15-63
EZEQUIEL 16:15-63 DHHE
‘Pero confiaste en tu belleza y te aprovechaste de tu fama para convertirte en una prostituta, entregando tu cuerpo a todo el que pasaba. En las colinas, hiciste con tus vestidos tiendas para el culto pagano, y te prostituiste en ellas. Tomaste las joyas de oro y de plata que yo te había regalado e hiciste figuras de hombres para prostituirte con ellos; les pusiste tus vestidos de bellos colores y les ofreciste mi aceite y mi incienso. El pan que yo te había dado, que era de la mejor harina, y el aceite y la miel con que te había alimentado, se los ofreciste a ellos como ofrenda de olor agradable. Yo, el Señor, lo afirmo. ‘Tomaste también a los hijos e hijas que tuve contigo y los sacrificaste a esos ídolos, como alimento para ellos. ¿Te parecía poco haberte convertido en prostituta, que además sacrificaste a mis hijos entregándolos a morir quemados en honor de esos ídolos? Con tu detestable vida de prostituta ya no te acuerdas de cuando eras niña y estabas completamente desnuda, pataleando en tu propia sangre. ‘Esto afirmo yo, el Señor: ¡Ay de ti! Además de todos los males que hiciste, te construiste en todo sitio despejado un lugar donde dar culto a los ídolos y entregarte a la prostitución. Al término de todo camino construiste tales lugares, y convertiste tu belleza en algo detestable ofreciendo tu cuerpo a todo el que pasaba, en continuos actos de prostitución. Practicaste la prostitución con tus vecinos, esos egipcios de gran potencia sexual, y provocaste mi ira con tus continuos actos de prostitución. ‘Entonces levanté la mano para castigarte: te hice pasar privaciones y te entregué a las ciudades filisteas, que te odian y que estaban avergonzadas por tu conducta infame. Pero no contenta con eso, te entregaste a la prostitución con los asirios; y ni siquiera así quedaste satisfecha. Seguiste entregándote a la prostitución también en Babilonia, tierra de comerciantes; y ni siquiera así quedaste satisfecha. Yo, el Señor, afirmo: ¡Qué enfermo tenías el corazón para cometer todos esos actos propios de una prostituta desvergonzada! Al término de todo camino y en todo lugar despejado te construiste un altar donde dar culto a los ídolos y entregarte a la prostitución. Pero tú no hacías como las prostitutas: ¡tú no cobrabas! ‘La mujer que es infiel a su marido recibe a extraños. A toda prostituta se le da un pago; pero tú eras más bien quien ofrecías regalos a todos tus amantes y les pagabas para que vinieran de todas partes a pecar contigo. En tu prostitución has hecho lo contrario de lo que hacen otras mujeres: nadie te busca para pecar, ni ellos te pagan a ti, sino que tú les pagas a ellos. ¡Tan solo en esto eres diferente! ‘Por eso, prostituta, escucha mi palabra: Yo, el Señor, te digo: Tú has descubierto desvergonzadamente tu cuerpo para entregarte a la prostitución con tus amantes y con todos tus detestables ídolos, y has derramado la sangre de tus hijos que ofreciste en sacrificio. Por eso, yo voy a reunir a todos los amantes a quienes has complacido, a todos los que amaste y a todos los que odiaste; los reuniré alrededor de ti, y delante de ellos descubriré tu cuerpo para que te vean completamente desnuda. Te juzgaré por adulterio y asesinato, y con ira y celo te entregaré a la muerte. Te dejaré en manos de ellos, para que destruyan tus lugares de prostitución y de culto a los ídolos. Te arrancarán tus vestidos y tus magníficos adornos, y te dejarán completamente desnuda. Levantarán al pueblo contra ti, te apedrearán y te matarán con sus espadas. Prenderán fuego a tus casas y ejecutarán la sentencia contra ti delante de muchas mujeres. Pondré fin a tu prostitución y no volverás a pagar más a tus amantes. Entonces mi ira contra ti quedará satisfecha y mis celos se calmarán; me tranquilizaré y ya no estaré enojado. Tú te olvidaste de cuando eras joven y me irritaste con todas tus acciones infames y detestables; por lo tanto, yo te castigaré por esa conducta tuya. Yo, el Señor, lo afirmo. ‘Todos los amigos de decir refranes dirán refiriéndose a ti: De tal madre, tal hija. Tú eres hija de una madre que odiaba a su marido y a sus hijos, y también tus hermanas odiaban a sus maridos y a sus hijos. La madre de todas vosotras era hitita, y vuestro padre, amorreo. Al norte estaba tu hermana mayor, la ciudad de Samaria, con sus aldeas; al sur, tu hermana menor, la ciudad de Sodoma, también con sus aldeas. Tú seguiste su ejemplo y cometiste sus mismos actos detestables; y no satisfecha con eso, tu conducta fue peor que la suya. Yo, el Señor, lo juro por mi vida: ni tu hermana Sodoma ni sus aldeas hicieron lo que tú y tus aldeas habéis hecho. Este fue el pecado de tu hermana Sodoma: ella y sus aldeas se sentían orgullosas de tener abundancia de alimentos y de gozar de comodidad, pero nunca ayudaron al pobre y al necesitado. Se volvieron orgullosas y cometieron cosas que yo detesto; por eso las destruí, como has visto. En cuanto a Samaria, no cometió ni la mitad de tus pecados. Tú has hecho más cosas detestables que ellas; tantas que, a tu lado, ellas parecen inocentes. Tú tendrás que soportar tu humillación, pues al cometer pecados más detestables que tus hermanas, las hiciste parecer inocentes. Tú tendrás que sufrir esa vergüenza y soportar tu humillación, pues hiciste parecer inocentes a tus hermanas. ‘Yo devolveré la prosperidad a Sodoma y Samaria, y a sus aldeas; y también a ti volveré a darte prosperidad, pero tendrás que soportar tu humillación y avergonzarte de lo que hiciste, con lo cual tú serás para ellas motivo de consuelo. Y cuando Sodoma y Samaria y sus aldeas vuelvan a ser lo que antes fueron, también tú y tus aldeas volveréis a serlo. Tú te burlabas del castigo de tu hermana Sodoma, cuando te sentías tan orgullosa y todavía no se había puesto al descubierto tu maldad; pero ahora las ciudades edomitas y filisteas, todas tus vecinas, te insultan. ¡Todo el mundo te desprecia! Ahora tienes que soportar el castigo de tus acciones malas y detestables. Yo, el Señor, lo afirmo. ‘Yo, el Señor, digo: Te voy a dar tu merecido, pues faltaste a tu juramento y no cumpliste el pacto. Pero yo sí me acordaré del pacto que hice contigo cuando eras joven, y haré contigo un pacto eterno. Cuando yo te dé como hijas a tu hermana mayor y a tu hermana menor, a pesar de que el pacto no me obliga a ello, tú te acordarás de tu conducta pasada y sentirás vergüenza. Yo renovaré mi pacto contigo y tú reconocerás que yo soy el Señor. Tú te acordarás, y sentirás tanta vergüenza y humillación que no volverás a abrir la boca cuando yo te perdone todo lo que has hecho. Yo, el Señor, lo afirmo.’ ”