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DEUTERONOMIO 13:1-16

DEUTERONOMIO 13:1-16 DHHE

“Si aparece entre vosotros un profeta o visionario, y os anuncia una señal o un prodigio, en caso de que se cumpla lo que os había anunciado y os diga: ‘¡Vamos y sigamos a otros dioses que no conocéis! ¡Vamos a rendirles culto!’, no le hagáis caso. Porque el Señor vuestro Dios quiere poneros a prueba para saber si le amáis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma. Seguid y honrad solo al Señor vuestro Dios; cumplid sus mandamientos, escuchad su voz y rendidle culto; vivid unidos a él. Y ese profeta o visionario será condenado a muerte por haber aconsejado que os rebeléis contra el Señor vuestro Dios, que os libró de la esclavitud a que estabais sometidos en Egipto, y por tratar de que os apartéis del camino que el Señor vuestro Dios os ha ordenado seguir. Así acabaréis con el mal que haya entre vosotros. “Si aun tu propio hermano, tu hijo o tu hija, tu esposa amada o tu más íntimo amigo, te empuja en secreto a dar culto a otros dioses que ni tú ni tus padres conocisteis, como son los dioses de los pueblos que, cercanos o lejanos, os rodean de un extremo al otro de la tierra, no te sometas a sus deseos ni le hagas caso. Ni siquiera tengas compasión de él: no le tengas lástima ni lo encubras. Al contrario, mátalo. Y tú serás el primero en levantar la mano contra él, y después de ti hará lo mismo todo el pueblo. Apedréalo hasta que muera, por haber querido apartarte del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo. De esta manera todo Israel lo sabrá, y tendrá miedo de volver a cometer una maldad como esta. “Si en alguna de las ciudades que el Señor vuestro Dios os ha dado para vivir llegáis a saber que han aparecido hombres que desobedecen a Dios, y que descarrían a los habitantes de esa ciudad empujándolos a rendir culto a dioses desconocidos, deberéis investigar bien el asunto. Y si resulta que los rumores son ciertos y que entre vosotros se ha cometido algo tan despreciable, entonces mataréis a filo de espada a los habitantes de esa ciudad y a todos sus animales, y destinaréis a la destrucción todo lo que haya en ella. Juntaréis todas sus riquezas en el centro de la plaza, y prenderéis fuego a la ciudad y a todo lo que le hayáis quitado al enemigo, destruyéndolo todo como ofrenda quemada en honor del Señor vuestro Dios. Esa ciudad quedará convertida para siempre en un montón de ruinas, y nunca más será reconstruida.