1 PEDRO 3:2-12
1 PEDRO 3:2-12 DHHE
al ver vuestra conducta pura y respetuosa. Que vuestro adorno no consista en cosas externas, como peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino en lo íntimo del corazón, en la belleza incorruptible de un espíritu suave y tranquilo. Esta belleza vale mucho delante de Dios. Ese era también, en tiempos antiguos, el adorno de las mujeres santas: confiaban en Dios y se sometían a sus maridos. Así fue Sara, que obedeció a Abraham y lo llamó “mi señor”. Y vosotras sois hijas de ella, si hacéis el bien y no tenéis miedo por nada. En cuanto a vosotros, los maridos, sed comprensivos con vuestras mujeres. Dadles el honor que les corresponde, no solamente porque la mujer es más delicada, sino también porque Dios, en su bondad, les ha prometido la misma vida que a vosotros. Hacedlo así para que nada estorbe vuestras oraciones. En fin, vivid todos en armonía, unidos en un mismo sentir y amándoos como hermanos. Sed bondadosos y humildes. No devolváis mal por mal ni insulto por insulto. Al contrario, devolved bendición, pues Dios os ha llamado a recibir bendición. Porque: “Quien quiera amar la vida y pasar días felices, cuide su lengua de hablar mal y sus labios de decir mentiras; aléjese del mal y haga el bien, busque la paz y sígala. Porque el Señor cuida a los justos y presta oído a sus oraciones, pero está en contra de los malhechores.”