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SALMOS 106:1-48

SALMOS 106:1-48 RV2020

¡Aleluya! ¡Alabad al Señor, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia! ¿Quién expresará las poderosas obras del Señor? ¿Quién contará sus alabanzas? ¡Dichosos los que guardan el derecho, los que hacen justicia en todo tiempo! Acuérdate de mí, Señor, según tu benevolencia para con tu pueblo; visítame con tu salvación, para que yo vea el bien de tus escogidos, para que me goce en la alegría de tu nación y me gloríe con tu heredad. Pecamos nosotros, como nuestros padres; hicimos maldad, cometimos impiedad. Nuestros padres, en Egipto, no entendieron tus maravillas; no se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias, sino que se rebelaron junto al mar, el mar Rojo. Pero él los salvó por amor de su nombre, para hacer notorio su poder. Reprendió al mar Rojo y lo secó, y los hizo ir por el abismo como por un desierto. Los salvó de manos del enemigo, y los rescató de manos del adversario. Cubrieron las aguas a sus enemigos; ¡no quedó ni uno de ellos! Entonces creyeron a sus palabras y cantaron su alabanza. Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto y tentaron a Dios en la soledad. Él les dio lo que pidieron, pero envió mortandad sobre ellos. Tuvieron envidia de Moisés en el campamento, y contra Aarón, el santo del Señor. Entonces se abrió la tierra y tragó a Datán, y cubrió la compañía de Abiram. Y se encendió fuego contra su grupo; ¡la llama quemó a los impíos! Hicieron un becerro en Horeb, se postraron ante una imagen de fundición. Cambiaron la gloria de Dios por la imagen de un buey que come hierba. Olvidaron al Dios de su salvación, que había hecho grandezas en Egipto, maravillas en la tierra de Cam, cosas formidables en el mar Rojo. Y los habría destruido de no haberse interpuesto Moisés, su escogido, delante de él, a fin de apartar su indignación para que no los destruyera. Pero aborrecieron la tierra deseable, no creyeron en la palabra de Dios; antes, murmuraron en sus tiendas y no oyeron la voz del Señor. Por tanto, alzó su mano contra ellos para abatirlos en el desierto, y humillar a su pueblo entre las naciones y esparcirlos por las tierras. Se unieron asimismo a Baal-peor y comieron los sacrificios de los muertos. Provocaron la ira de Dios con sus obras y se desató la mortandad entre ellos. Entonces se levantó Finees e hizo juicio, y se detuvo la plaga. Y le fue contado por justicia de generación en generación y para siempre. También lo irritaron en las aguas de Meriba; le fue mal a Moisés por causa de ellos, porque hicieron rebelar a su espíritu y habló precipitadamente con sus labios. No destruyeron a los pueblos que el Señor les dijo; al contrario, se mezclaron con las naciones, aprendieron sus obras y sirvieron a sus ídolos, que fueron causa de su ruina. Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios, y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, a quienes ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán; y la tierra fue contaminada con sangre. Se contaminaron así con sus obras y se prostituyeron con sus hechos. Se encendió, por tanto, el furor del Señor contra su pueblo y abominó su heredad; los entregó en poder de las naciones y se enseñorearon de ellos los que los detestaban. Sus enemigos los oprimieron y fueron quebrantados debajo de su mano. Muchas veces los libró, pero ellos se rebelaron contra su consejo, y fueron humillados por su maldad. Con todo, él miraba cuando estaban en angustia, y oía su clamor; se acordaba de su pacto con ellos y se compadecía conforme a la muchedumbre de su misericordia. Hizo, asimismo, que tuvieran de ellos misericordia todos los que los tenían cautivos. Sálvanos, Señor, Dios nuestro, y recógenos de entre las naciones, para que alabemos tu santo nombre, para que nos gloriemos en tus alabanzas. ¡Bendito el Señor, Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad! Diga todo el pueblo: «¡Amén!». «¡Aleluya!».