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JUAN 6:1-34

JUAN 6:1-34 RV2020

Después de esto, Jesús pasó a la otra orilla del mar de Galilea, también llamado Tiberíades. Le seguía mucha gente porque veían las señales que hacía en los enfermos. Entonces subió Jesús a un monte y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él una gran multitud, dijo a Felipe: —¿Dónde compraremos pan para que coman estos? Dijo esto para probarle, porque Jesús ya sabía qué iba a hacer. Felipe le respondió: —Aunque se gastase uno el sueldo de más de medio año, no alcanzaría para que cada uno de estos probase un bocado. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces, pero ¿qué es esto para tantos? Jesús dijo entonces: —Haced recostar a la gente. Había mucha hierba en aquel lugar. Sobre ella se recostaron unos cinco mil hombres. Tomó Jesús aquellos panes y después de dar gracias los repartió entre los discípulos y estos a su vez los repartieron entre los que estaban recostados. De igual manera hizo con los peces, dándoles todo cuanto querían. Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: —Recoged los pedazos que han sobrado para que no se pierda nada. Recogieron los pedazos que de los cinco panes les sobraron a quienes habían comido y con ellos llenaron doce cestas. Aquella gente, habiendo visto la señal que Jesús hizo, decía: —Verdaderamente este es el Profeta que había de venir al mundo. Pero Jesús, dándose cuenta de que pretendían llevárselo para proclamarlo rey, se retiró de nuevo al monte él solo. A la caída de la tarde, los discípulos de Jesús bajaron hasta la playa, subieron a una barca y pusieron rumbo hacia Capernaún, al otro lado del mar. Ya había oscurecido y Jesús aún no había ido a reunirse con ellos. Soplaba un fuerte viento y el mar estaba agitado. Habrían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús que caminando sobre el mar se acercaba a la barca. Y tuvieron miedo. Pero él les dijo: —Yo soy. No temáis. Ellos estaban deseosos de recibirlo en la barca, y enseguida arribaron a la tierra adonde se dirigían. Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar se dio cuenta de que no había allí más que una barca, aquella en la que habían subido los discípulos, y de que Jesús no había subido a ella, porque los discípulos se habían ido solos. Observaron también que otras barcas procedentes de Tiberias habían arribado junto al lugar donde antes habían comido el pan tras haber dado gracias el Señor. Pero como la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subió a las barcas y se dirigió a Capernaún en busca de Jesús. Le hallaron al otro lado del mar y le preguntaron: —Rabí, ¿cuándo llegaste aquí? Respondió Jesús: —Estoy seguro de que me buscáis no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, pero no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os la dará el Hijo del Hombre; porque este es a quien Dios Padre ha acreditado con su sello. Entonces le preguntaron: —¿Qué debemos hacer para actuar como Dios quiere? Respondió Jesús: —Lo que Dios espera de vosotros es que creáis en el que él ha enviado. Entonces le dijeron: —¿Qué señal, pues, haces tú para que las veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto. Dice la Escritura: Pan del cielo les dio a comer . Y Jesús replicó: —Os aseguro que Moisés no os dio el pan del cielo. Es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: —Señor, danos siempre este pan.

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