Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

JEREMÍAS 14:4-22

JEREMÍAS 14:4-22 RV2020

Se ha resquebrajado la tierra porque no ha llovido en el país; los labradores, confundidos, también se cubren la cabeza. Aun las ciervas en los campos paren y abandonan la cría, porque no hay hierba. Los asnos monteses se ponen en las alturas y aspiran el viento como los chacales, pero sus ojos se ofuscan porque no hay pasto. Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, Señor, ¡actúa por amor de tu nombre!, porque nuestras rebeliones se han multiplicado; contra ti hemos pecado. Tú, la esperanza de Israel, su Salvador en el tiempo de la aflicción, ¿por qué te has hecho como forastero en la tierra, como caminante que solo se hospeda una noche? ¿Por qué eres como un hombre atónito, como un valiente incapaz de librar? Sin embargo, tú estás entre nosotros, Señor, y sobre nosotros es invocado tu nombre; no nos desampares. Así ha dicho el Señor acerca de este pueblo: «Se deleitaron en vagar, y no dieron descanso a sus pies»; por tanto, el Señor no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad y castigará sus pecados. Y me dijo el Señor: —No ruegues por el bien de este pueblo. Cuando ayunen, yo no escucharé su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda, no los aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia. Yo dije: —¡Ah, ah, Señor!, mira que los profetas les dicen: «No veréis espada ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera». Me dijo entonces el Señor: —Falsamente profetizan los profetas en mi nombre. Yo no los he enviado, ni les he mandado ni les he hablado; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón es lo que os profetizan. Por tanto, así ha dicho el Señor sobre los profetas que profetizan en mi nombre, los cuales yo no he enviado, y que dicen: «Ni espada ni hambre habrá en esta tierra». ¡Con espada y con hambre serán consumidos esos profetas! Y el pueblo a quien profetizan quedará tirado por las calles de Jerusalén a causa del hambre y la espada, y no habrá quien los entierre, ni a ellos ni a sus mujeres, ni a sus hijos ni a sus hijas. Y sobre ellos derramaré su propia maldad. Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen, porque la virgen hija de mi pueblo ha sufrido una terrible desgracia, porque su llaga es muy dolorosa. Si salgo al campo, veo muertos a espada; si entro en la ciudad, veo enfermos de hambre, y tanto el profeta como el sacerdote andan vagando por el país, y nada entienden. ¿Has desechado del todo a Judá? ¿Ha aborrecido tu alma a Sion? ¿Por qué hiciste que nos hirieran sin remedio? Esperamos paz, pero no hubo tal bien; esperamos sanidad, y he aquí turbación. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad y la iniquidad de nuestros padres, porque contra ti hemos pecado. Por amor de tu nombre, no nos deseches ni deshonres tu glorioso trono; haz memoria, no invalides tu pacto con nosotros. ¿Hay entre los ídolos de las naciones alguno capaz de hacer llover? ¿Acaso darán lluvias los cielos? ¿No eres tú, Señor, nuestro Dios? En ti, pues, esperamos, pues tú has hecho todas estas cosas.