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OSEAS 2:1-16

OSEAS 2:1-16 RV2020

Decid a vuestros hermanos: «Pueblo mío», y a vuestras hermanas: «Compadecida». ¡Contended con vuestra madre, contended, porque ella no es mi mujer ni yo su marido! Que aparte de su rostro sus prostituciones, y sus adulterios de entre sus pechos, de lo contrario, la arranque la ropa dejándola desnuda como el día en que nació; haga de ella un desierto, la convierta en tierra seca y la mate de sed. No tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución. Pues su madre se prostituyó, la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: «Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida». Por tanto, cerraré con espinos su camino, la cercaré con seto y no hallará sus caminos. Seguirá a sus amantes, pero no los alcanzará; los buscará, pero no los hallará. Entonces dirá: «Regresaré a mi primer marido, porque mejor me iba entonces que ahora». Ella no reconoció que yo era quien le daba el trigo, el vino y el aceite, quien multiplicaba la plata y el oro que ofrecían a Baal. Por tanto, volveré y tomaré mi trigo a su tiempo y mi vino en su estación; le quitaré mi lana y mi lino que le había dado para cubrir su desnudez. Ahora descubriré su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mis manos. Pondré fin a toda su alegría, sus fiestas, sus nuevas lunas, sus sábados y todas sus solemnidades. Haré talar sus vides y sus higueras, de las cuales dijo: «Este es el salario que me dieron mis amantes». Las convertiré en un matorral y se las comerán las bestias del campo. La castigaré por los días en que quemaba incienso a los baales, cuando se adornaba con sortijas y collares, se iba tras sus amantes y se olvidaba de mí, dice el Señor. Por eso voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Allí le devolveré sus viñas, y haré del valle de Acor una puerta de esperanza. Y allí cantará, como en los días de su juventud, como en el día en que subió de la tierra de Egipto. En aquel tiempo, dice el Señor, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali.

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