2 SAMUEL 1:1-18
2 SAMUEL 1:1-18 RV2020
Aconteció después de la muerte de Saúl, que David estuvo dos días en Siclag, después de haber derrotado a los amalecitas. Al tercer día, llegó uno del campamento de Saúl, con los vestidos rotos y la cabeza cubierta de tierra. Cuando se presentó ante David, se postró en tierra e una hizo reverencia. David le preguntó: —¿De dónde vienes? —Me he escapado del campamento de Israel —le respondió él. —¿Qué ha sucedido? Te ruego que me lo digas —le preguntó David. —El pueblo huyó de la batalla; han caído muchos del pueblo y murieron. También Saúl y su hijo Jonatán murieron —respondió él. Dijo David a aquel joven que le daba la noticia: —¿Cómo sabes que han muerto Saúl y su hijo Jonatán? El joven que le daba la noticia respondió: —Casualmente fui al monte Gilboa, y hallé a Saúl que se apoyaba sobre su lanza; tras él venían carros y gente de a caballo. Se volvió y al verme me llamó; yo respondí: «Aquí me tienes». Me preguntó: «¿Quién eres tú?». Yo le respondí: «Soy amalecita». Luego me dijo: «Te ruego que te acerques y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues aún sigo vivo». Yo entonces me acerqué y lo maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída. Tomé la corona que llevaba sobre su cabeza y el brazalete que tenía en su brazo, y se los he traído aquí a mi señor. Entonces David tiró de sus vestidos, los rasgó, y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Lloraron, se lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, pues habían caído al filo de la espada. David preguntó luego a aquel joven que le había traído la noticia: —¿De dónde eres tú? —Soy hijo de un extranjero, amalecita —respondió él. —¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido del Señor? —le dijo David. Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo: —Ve y mátalo. Él lo hirió, y murió, mientras David decía: —Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti, al decir: «Yo maté al ungido del Señor». David entonó este lamento por Saúl y Jonatán, su hijo, y dijo que debía enseñarse a los hijos de Judá. Así está escrito en el libro de Jaser