2 CORINTIOS 3:1-14
2 CORINTIOS 3:1-14 RV2020
¿Otra vez comenzamos a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso, como hacen algunos, tenemos necesidad de presentar cartas de recomendación para vosotros o que vosotros nos deis cartas de recomendación? Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todo el mundo. Y es manifiesto que sois una carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. Esta es la confianza que tenemos ante Dios por medio de Cristo. No que seamos capaces por nosotros mismos, como para pensar que es algo que surge de nosotros mismos; sino que nuestra capacidad es de parte de Dios, quien también hizo que seamos ministros capaces del nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. Y si el ministerio que conducía a la muerte, con sus letras grabadas en piedras, fue tan glorioso, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar sus ojos en el rostro de Moisés a causa del resplandor de su rostro, aunque era un resplandor pasajero, ¿no será aún más glorioso el ministerio del Espíritu? Si el ministerio de condenación fue glorioso, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación. Porque de hecho, lo que fue tan glorioso en su momento, ya no lo es al compararlo con esta gloria más excelente. Si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. Así que, como tenemos tal esperanza, actuamos con mucha libertad, y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no fijaran la vista en su cara, pues iba a desaparecer. Pero su mente se ofuscó, porque hasta el día de hoy cuando leen el antiguo pacto les queda el mismo velo, no descubierto, que por Cristo es quitado.